En la Guerra Española, de cuyo final están a punto de cumplirse 80 años, hubo ciertas ciudades o pueblos que por alguna razón parecieron tener un imán para atraer sobre si los combates, incluso más allá de la estricta lógica militar. También existió un reducido número de núcleos habitados que llegaron a cambiar más de una vez de manos y por los que se luchó antes por un factor moral, propagandístico o simbólico que debido a que su posesión otorgara una ventaja operativa real o estuviera en proporción con las bajas o el esfuerzo que se asumieron para retenerlas o ganarlas. La ciudad de Teruel podría ser el ejemplo que primero nos viene a la mente de ambas situaciones, pero en la provincia de Madrid hubo un pueblo, Brunete, que a pesar de su menor tamaño e importancia histórica o económica, rivalizaría perfectamente con esa capital aragonesa como epicentro bélico. Aparte de que tuvo el frente a tiro de piedra durante casi toda la guerra, este pueblo vivió tres batallas diferentes, ocurridas en noviembre 1936, julio de 1937 y en enero 1939, esta última vez sin que se pudiera consumar la proyectada recuperación republicana. De estas tres batallas, hemos hablado mucho de la principal, la de julio de 1937, pero también nos queremos fijar en las dos menos importantes y conocidas: en la primera y en la última, las que fueron “por” y no “de” Brunete. Este 13 de enero de 2019 se cumplieron 80 años de la tercera de ellas, que apenas parece haber sido estudiada, y lo mismo se puede decir de la primera.
Brunete, 18 de octubre de 1936. Centuria "Gastone Sozzi" (Fuente: AIC) |
1º de noviembre de 1936: las columnas republicanas pierden Brunete.
Después de permanecer tres meses en “tranquilidad” dentro de la zona que se mantuvo leal a la República, la situación de Brunete y de los pueblos de su comarca cambió radicalmente al llegar la segunda mitad de octubre de 1936. En esos días, el antes Ejército expedicionario mandado por Franco, tras ocupar la ciudad de Toledo a finales de septiembre, había completado su reorganización (se había integrado en el Ejército del Norte) y había reemprendido el avance hacia su principal objetivo: Madrid. Las fuerzas republicanas que le intentaban cerrar el camino estaban luchando con garra y organización crecientes, pero eran incapaces de frenar su avance. Mediado octubre, la llamada Agrupación de Columnas y Tropas del general Varela ya estaba ámpliamente presente en el NO de la provincia de Toledo y en el SO y O de la provincia de Madrid, cuya sierra además ya era frente de guerra desde el comienzo de la sublevación a causa del avance inicial de las fuerzas de Mola. El 21 de octubre los republicanos encuadrados en la columna ¿Sánchez Plaza o del coronel Escobar? perdieron el importantísimo pueblo de Navalcarnero sin poder resistir en él más que unas horas. Los defensores que no murieron ni fueron copados por el ataque envolvente de regulares y legionarios apoyados por artillería, tanques y aviación aportadas en alto porcentaje por las potencias fascistas se retiraron desordenadamente hacia el Guadarrama o Sevilla la Nueva por caminos o campo a través. Allí volvieron a aprestarse a resistir una vez más. A fin de consolidar el dominio de la zona recién tomada, Varela se centrará en completar el control de la orilla derecha del río Guadarrama en un amplio sector antes de cruzarlo en dirección a Madrid. De esos días es el siguiente documento de la aviación franquista. Las fuerzas de infantería que se citan, 8 batallones de tropas selectas, rondaban los 6.000 hombres.
Para el día 1º de noviembre de 1936 las nuevas órdenes señalan para las columnas una línea de partida que pasa por Chapinería – Aldea del Fresno – Villamanta – Navalcarnero. Se deben tomar Villamantilla, Villanueva de Perales y los objetivos principales para esta jornada: Sevilla la Nueva y Brunete. La idea de maniobra especifica que se debe desbordar este último pueblo por el NO. Se organizan tres columnas:
Columna nº 1, del teniente coronel Asensio, con puesto de mando en Navalcarnero y sus fuerzas en ese pueblo: formada por un tabor de Regulares y una bandera de la Legión. Deberá progresar por la carretera de Navalcarnero a Brunete, pasando por Sevilla la Nueva. Su misión es la de cooperar a la ocupación de Brunete desbordándolo por el SE.
Columna nº 3, del teniente coronel Delgado Serrano, con puesto de mando en Valmojado y con sus fuerzas en ese pueblo, en Villamanta y en Aldea del Fresno: formada por dos tabores de Regulares, una bandera de la Legión y una compañía de carros de combate. Se aproximará siguiendo el itinerario Villamanta – Villamantilla – Villanueva de Perales – carretera de San Martín de Valdeiglesias a Brunete y ocupará este último pueblo desde el NO.
Columna nº 4, del teniente coronel Castejón, con puesto de mando en Chapinería y sus fuerzas entre este pueblo y Navas del Rey: formada por dos tabores de Regulares, una bandera de la Legión, una batería de obuses y 5 carros blindados. Se moverá (partiendo desde Chapinería) por la carretera de San Martín de Valdeiglesias a Madrid cubriendo el flanco izquierdo de las anteriores columnas.
Puestos de mando: El cuartel general estará en Valmojado y el del jefe de la agrupación, en Navalcarnero. Permanentemente habrá en el aire una escuadrilla de reconocimiento y bombardeo cooperando con el avance de las columnas. Los Savoia de bombardeo quedarán en reserva, a la espera de recibir órdenes para batir los objetivos que se les señalen. Estos aparatos estarán en tierra cargados con bombas de 2 y 50 kilogramos. La caza asegurará una protección permanente a las misiones aéreas y a las columnas de tierra.
Durante ese día, 1º de noviembre, un grupo de 3 aparatos Romeo que hace su primer servicio desde las 7,30 horas informa que a media mañana ha sido ocupada Villamantilla por la columna nº 3. La columna que salió de Chapinería (la nº 4) ha avanzado muy poco, y la que progresa desde Navalcarnero (la nº 1) ya ha tomado Sevilla la Nueva. Se observa algún enemigo entre Villamanta y Chapinería, pero en pequeño número. Otro vuelo realizado entre las 12 y las 13,40 horas reporta que se ha hecho el acompañamiento de las tres columnas propias que operan hacia Brunete, se han efectuado observaciones y se ha bombardeado las concentraciones enemigas descubiertas. Su parte dice: La columna que partió desde Navalcarnero se vio obligada a desplegarse al NE de Sevilla la Nueva, a la altura de la casa de peones camineros, entre este pueblo y Brunete. La carretera, poco antes de su paso por la mencionada casa de peones camineros, ha sido volada en dos puntos mediante minas. La columna que partió de Villamanta avanza tras dejar atrás Villanueva de Perales (ya ocupado).La preceden los carros de combate, que están a 1 kilómetro al N de este último pueblo. También avanza la columna de Chapinería, que está a unos dos kilómetros de alcanzar el cruce de la carretera que sigue (hacia Brunete) con el ramal que va a Villanueva de Perales. Se bombardea una columna de camiones enemigos detectados cerca de Brunete sobre la carretera a Chapinería y un gran atrincheramiento situado al SE del cruce a Villanueva de Perales. A las 12,30 horas los milicianos resisten en torno a la casa de peones camineros entre Sevilla la Nueva y Brunete, pero en torno a las 15 horas se observa desde el aire como la columna procedente de Navalcarnero está entrando en Brunete por el cruce de carreteras. Cerca de la entrada al pueblo hay carros de combate nuestros que lo están envolviendo por el flanco O y otros están atravesando la carretera para cubrir el flanco opuesto (E). Las columnas que tenían como objetivo el cruce de la carretera de Chapinería a Brunete con el camino de Villanueva de Perales ya se encuentran en ese punto.
Situación de las fuerzas enemigas: En la carretera de Chapinería a Brunete, en la curva que hay antes de llegar a este pueblo (sería el kilómetro 19) se ven 10 camiones parados, sin observarse movimiento de enemigo. En la zona cercana a la carretera de Navalcarnero a Móstoles, pasado (hacia Móstoles) el puente sobre el Guadarrama y sobre el kilómetro 22 (de la carretera de Extremadura), se ve gente estacionada y tres camiones, así como atrincheramientos a ambos lados de la carretera.
El día 3/11/36 son ocupados los pueblos de Villaviciosa de Odón y Móstoles. El día 4/11/36 son ocupados Alcorcón, Leganés y Getafe. El día 5/11/36 se bombardean concentraciones enemigas en la zona de Brunete – Boadilla del Monte.
Desde el lado republicano, la documentación sobre este episodio que hemos podido encontrar en los archivos es muy escasa, pero al menos no contradice lo recogido en el testimonio expuesto. Está confirmado que la defensa de Brunete del día 1º de noviembre estuvo a cargo de las fuerzas encuadradas en la columna López Tienda. Creemos saber además que este oficial de carrera se llamaba Rafael, era de Ingenieros, tenía 35 años y acababa de ser ascendido de capitán a comandante solo una semana antes, el día 25 de octubre. En esos días de derrotas y repliegues continuos, las fuerzas republicanas intentaban no perder su cohesión y capacidad combativa mientras iba madurando la idea y la necesidad de la militarización. Podía haber mandos capacitados, pero faltaban muchas de las cualidades y medios que debe tener una fuerza militar para ser fiable y eficaz. Entonces las columnas, formadas por milicias (civiles en armas) y por los restos de unidades militares y de orden público leales al gobierno del Frente Popular eran claramente inferiores a los sublevados en el combate en campo abierto o en torno a pueblos, aunque muy pronto, frente a Madrid, demostrarían tener más virtudes militares y resistencia moral que la que ellos mismos imaginaban o el enemigo les suponía.
Una semana antes de perder Brunete, un documento republicano del 24 de octubre de 1936 sitúa a la columna López Tienda en posesión de la casas de Malpartida y de Milla (algo al E de Chapinería, sobre el km 30 de la actual carretera M-501), en Villanueva de Perales, Villamantilla, Sevilla la Nueva, Fresnedillas de la Oliva y en Brunete. Sus efectivos totales alcanzaban los 5.073 hombres, de los cuales 943 estaban en Brunete. Un puñado de ellos pertenecían a intendencia y sanidad, mientras que los restantes 900 eran la infantería y estaban encuadrados en la columna Libertad, formada a su vez por dos agrupaciones: Ilia Eremburg y Jaime (o Jaume) Graells, de las “Columnas Catalanas” que ya entonces estaban presentes en los frentes de la zona central. No podemos olvidar que la defensa de Madrid, todavía algo lejana de la propia ciudad, ya era una causa común de todas las fuerzas populares.
Por la evolución de los combates que recoge el documento de la aviación franquista, podemos deducir que a lo largo de esa mañana del 1º de noviembre, las fuerzas de López Tienda se habrían ido replegando sobre Brunete al ir perdiendo sucesivamente sus posiciones de Villamantilla, Villanueva de Perales y Sevilla la Nueva. Por este motivo, suponemos que el propio pueblo de Brunete pudo llegar a ser defendido por bastante más de 900 hombres, que no pudieron evitar que la infantería y los tanques franquistas (serían Panzer I alemanes o tanquetas italianas) rodearan y aislaran el pueblo entre las 12 y las 15 horas. Cabe imaginar que quizás la resistencia casa por casa pudo sostenerse durante unas horas más, pero el destino de este pueblo estaba ya determinado. De inmediato, el esfuerzo de las columnas de Varela se dirigió hacia el cruce del Guadarrama, por lo que Villanueva de la Cañada y Boadilla del Monte permanecieron entonces republicanas, lo contrario que Villaviciosa de Odón, Móstoles, Alcorcón o Carabanchel. El 7 de noviembre empezaba la batalla de Madrid.
Centrados en esta fase temprana de la lucha en la comarca de Brunete, en los últimos meses han llegado a nuestras manos tres fragmentos de historia que también aportan pistas y algo más de luz: la llamada de un investigador catalán interesándose por la posible existencia de un enterramiento colectivo de milicianos de ese origen en las cercanías de Brunete, una foto que nos ha mandado un buen amigo e investigador desde Ontinyent (Valencia), en la que se ve el 18 de octubre a un combatiente italiano perteneciente a la centuria Gastone Sozzi dentro de Brunete junto a otros milicianos y por último, la entrevista que el pasado verano tuvimos el privilegio de hacer a un veterano republicano que participó precisamente en esa defensa de Brunete y 83 años después sigue viviendo en la zona. Le estamos muy agradecidos a él y a su familia por permitirnos recoger y conservar su impagable testimonio, que guardamos como pieza valiosa de la memoria colectiva.
13 de enero de 1939: la última ofensiva del Ejército del Centro.
Desde que, en marzo de 1938, las fuerzas franquistas alcanzaron el Mediterráneo partiendo desde Aragón, la España republicana había quedado dividida en dos zonas. Entonces el Ejército popular se tuvo que reorganizar en dos grandes agrupaciones que ya no tendrían más contacto terrestre entre sí: el Grupo de Ejércitos de la Región Oriental (GERO) y el Grupo de Ejércitos de la Región Central (GERC), bajo mando del general Miaja. Como es sabido, durante el resto de 1938 y el inicio de 1939, las mayores operaciones militares – batalla del Ebro y ofensiva sobre Cataluña – tuvieron lugar en la primera de estas zonas: la aragonesa – catalana. Faltando apenas 10 semanas para el final de la guerra civil y con la zona a cargo del GERO a punto de desaparecer, el día 13 de enero de 1939, el Ejército del Centro, integrado en el GERC, lanzó desde Quijorna y Villanueva de la Cañada una ofensiva de carácter local y limitado con la que pretendía obligar al Mando franquista a emplear o fijar sus reservas, impidiéndole llevarlas al frente extremeño, donde se estaba desarrollando otra operación republicana de mayor escala.
La Orden general de operaciones del 11 de enero de 1939 disponía que el ataque debía emprenderse entre los ríos Aulencia y Perales, coincidiendo por tanto con el que había sido escenario de la ofensiva de julio de 1937, conocida finalmente como batalla de Brunete. En 1939, este sector pertenecía a la 69 división republicana, que tenía enfrente a la 20 franquista, estando ambas muy bien fortificadas sobre el terreno. Las fuerzas atacantes serían las divisiones 14 (brigadas 35 y 70), 65 (brigadas 112 y 200) y 2ª de Asalto (brigadas 5ª de Asalto y 17) más las Armas y Servicios que se les agregarían de manera temporal. Todas juntas comprendían en torno a 30.000 combatientes, de los que 15.000 pertenecían al primer escalón, el que aportaría las vanguardias. Todas estas fuerzas estaban reunidas en el recién creado cuerpo de ejército de Maniobra, que quedaría al mando del jefe del I cuerpo de ejército, subordinado al Ejército del Centro, cuyo jefe era entonces el coronel Segismundo Casado.
Básicamente, lo que pretendía esta ofensiva era ocupar al menos Brunete y las formaciones defensivas de su entorno, concretamente las posiciones por delante de Villanueva de la Cañada y la muy perfeccionada “posición Cienpies”, que se extendía a lo largo de tres kilómetros por la margen Sur del arroyo de Los Morales, en la zona de Quijorna. Para lograrlo, se planearon tres fases distintas dentro del ataque, y todo apunta a que no se escatimaron esfuerzos organizativos ni medios humanos o materiales, lo que en medio de la aguda escasez general de recursos que afectaba a la zona republicana da una idea de la importancia que el general Miaja otorgaba a esta operación. El Estado Mayor del GERC había buscado conservar al máximo el secreto de este ataque, pero había fallado. El espionaje, la traición, o la combinación de ambos, permitieron que con días de antelación el plan de ataque llegara al Mando franquista, que de hecho pudo conocerlo antes incluso que las propias unidades republicanas que sobre el terreno debían llevarlo a cabo. Prueba de esto es el inicio de la Orden general de defensa dictada el día 9 de enero de 1939 por la 20 división franquista en Villaviciosa de Odón. No hace falta leer nada más para intuir el resultado que tuvo esta operación, lanzada cuatro días después.
Por noticias recibidas se sabe del propósito enemigo de lanzar un ataque, probablemente durante la noche del 10 al 11 en el espacio de frente comprendido entre Navalagamella y Pozuelo de Alarcón, combinado con otro en el sector del Jarama. Aparte del objetivo táctico de romper nuestro frente y cortar nuestras comunicaciones inmediatas, el enemigo busca también el efecto moral de ayuda a la zona catalana y el de sostener el espíritu de Madrid, en donde se ha agudizado notablemente el problema de la alimentación. La gran unidad que recibirá el ataque previsto es la 20 división, que actualmente está flanqueada por la 16 división por el E y por la 72 división por el O, mientras que la reserva es la 14 división. Los efectivos probables con los que cuenta el enemigo para su acción principal rondan los 30 a 40 mil hombres, apoyados por un número desconocido de tanques.
Como testimonio de la derrota sin paliativos que sufrieron las brigadas republicanas de vanguardia aportamos este informe del Comisariado del cuerpo de ejército de Maniobra, elevado al Mando el día 16 de enero.
Las fuerzas que constituyeron el cuerpo de ejército de Maniobra fueron las divisiones 14, 65 y 2ª de Asalto. El sector donde se realizó nuestro ataque fue el frente existente entre Villanueva del Pardillo y Quijorna, que pertenece al I cuerpo de ejército. En su momento este Comisariado ya señaló las evidentes dificultades que representaba emprender el ataque por este sector. El objetivo táctico perseguido consistía en rebasar el pueblo de Brunete tras romper la línea enemiga, lo que no se pudo hacer, entre otras cosas porque, al contrario de lo que ocurrió en julio de 1937, no se consiguió la sorpresa. Desde el final de la batalla de Brunete el enemigo mantenía al grueso de sus fuerzas en la segunda línea, reforzaba su línea avanzada y acumulaba refuerzos en los flancos: el izquierdo era Navalagamella – Fresnedillas y el derecho Villaviciosa de Odón – Majadahonda – Romanillos. Este hecho ya hacía de por sí mucho menos desequilibrador el factor sorpresa, no obstante esta se intentó conseguir por todos los medios, tanto en la movilización y concentración de fuerzas en los días previos al ataque, como en la transmisión de las órdenes y comunicación entre mandos. Las posiciones enemigas en este sector de frente han resultado inasequibles para nuestra infantería, ya que estaban muy bien construidas y organizadas, contando algunas de estas con tres círculos concéntricos de alambrada y un plan de fuegos de frente y flanco estudiado al detalle, y por tanto muy efectivo.
El ataque se sostuvo con valentía y disciplina, basadas en una moral alta, que queda demostrada por el crecido número de bajas propias, 680 heridos y 190 muertos. El primer escalón del ataque lo formaban dos batallones de la 35 brigada y tres batallones de la 200. Las fuerzas de la 35 brigada iban flanqueadas por un grupo de escuadrones de caballería que cubría el margen izquierdo de la maniobra por el margen del río Aulencia. Una compañía de tanques acompañaba a la infantería en su avance. El día 13 de enero amaneció completamente nublado y con malas condiciones de visibilidad sobre el terreno; este pudo ser el motivo de que en un primer momento los tanques se desviaran de su dirección, escorándose a la izquierda (E), desconectándose de la infantería, que en consecuencia no fue capaz de traspasar las alambradas enemigas, que permanecieron intactas sin la acción de nuestros tanques. Superado el desencuentro inicial entre ambas armas, se reemprendió el avance con una mejor coordinación de esfuerzos, pero la tardanza entre el primer asalto y el segundo permitió al enemigo concentrar sus piezas antitanque disponibles (estimadas en 6) frente a nuestro flanco izquierdo, donde actuaban nuestros tanques, consiguiendo poner fuera de combate a la mayoría de ellos. Desde el momento en que la infantería volvió a estar carente de apoyo blindado, el asalto de las alambradas se convirtió en una pretensión letal. El fuego de las armas automáticas enemigas unido a la niebla imperante y a un suelo muy embarrado por las lluvias de la estación prohibieron nuestro despliegue y aproximación en condiciones de triunfo a pesar de la bravura de las tropas. La mala visibilidad afectó también a la precisión con la que se podía hacer la preparación artillera, durante la cual apenas se pudo corregir el tiro, a pesar de lo cual sus impactos tuvieron bastante precisión, una puntería reconocida y agradecida por la infantería. La proximidad entre nuestras líneas y las enemigas impidió que nuestra infantería comenzara su avance antes de que nuestra preparación hubiera concluido.
Se valora como muy apropiado y valioso el trabajo hecho por los Estados Mayores. La sanidad hizo sus previsiones acertadamente, incluso por encima de lo que luego fue necesario; su asistencia resultó suficiente y muchas camas no llegaron a utilizarse. Solo en las primeras fases del combate se vivieron dificultades en los puestos de clasificación debido a que las bajas llegaban en tropel, coincidiendo con los esfuerzos en el asalto de la infantería. Las evacuaciones se tuvieron que hacer bajo un intenso fuego artillero enemigo sobre nuestra zona de acción, que fue totalmente identificada por el enemigo. La humedad y el frío causaron mella sobre todo en los soldados heridos, pero también en aquellos que tuvieron que pasar todo el día tumbados en la tierra encharcada antes de poder replegarse con la oscuridad, a lo que se debe sumar el mismo factor climático durante los días previos, los empleados para hacer la marcha de aproximación. Las transmisiones, intendencia, transportes y artillería funcionaron óptimamente, cumpliendo muy bien sus respectivas funciones, incluso la artillería, que generalmente es el objetivo de las quejas de la infantería y en esta ocasión incluso recibió palabras de elogio de aquella. Los ingenieros no tuvieron ocasión de participar más que preparando los caminos de acceso, que por causa del barro se encontraban verdaderamente intransitables.
La alta moral, la disciplina y el heroísmo fueron características comunes de todas las fuerzas de infantería que participaron en la lucha. Todas las órdenes recibidas del alto Mando fueron cumplidas eficazmente, tanto en las marchas de aproximación como en el transcurso del combate. Las unidades tuvieron un comportamiento ejemplar, mereciendo ser destacado el caso del 138 batallón (2º) de la 35 brigada, que durante el combate perdió a casi todos sus mandos, conservando solo al comisario, un teniente, y un sargento, a pesar de lo cual ningún soldado se retiró de la lucha antes de recibir la orden de repliegue. El comportamiento de los comisarios ha sido intachable; así lo reconocen los jefes militares y así lo demuestran las cifras de bajas, 6 comisarios de compañía muertos y 8 heridos (1 de batallón y 7 de compañía).
Se puede decir que uno de los objetivos que pretendía la operación fue conseguido, ya que se logró evitar el desplazamiento de unidades de reserva enemigas hacia el frente de Extremadura, donde nuestro ejército llevaba a cabo una exitosa operación ofensiva de envergadura. Los efectivos que el enemigo se vio obligado a concentrar alcanzarían los 25.000 hombres, encuadrados en 24 batallones, además de abundante material de artillería, morteros y armas automáticas.
Coincidiendo en la fecha, la 20 división franquista emitió este Parte de operaciones correspondiente al combate librado el día 13 de enero de 1939.
Informado el alto Mando de la concentración de tres divisiones enemigas en la zona de El Escorial – Galapagar – Torrelodones y de su propósito ofensivo sobre el sector de Brunete, se ordenó reforzar la primera línea del mismo con el 5º batallón de Castilla, el 7º tabor de Regulares de Alhucemas, tres compañías de ametralladoras del batallón 147, dos secciones de la 9ª compañía de morteros y una batería antitanque. Otros dos batallones fueron situados en segunda línea. Se constituyeron dos agrupaciones artilleras para la zona del ataque previsto y se organizó la defensa antiaérea.
A las 7,20 horas del día 13 se inició la preparación artillera enemiga, a la que a las 7,45 horas empezaron a contestar las dos agrupaciones propias con una intensa contrapreparación. Poco después, y por distintos puntos del sector, y a diferentes horas de la mañana, se fue lanzando al ataque la infantería enemiga, apoyada por tanques, siendo siempre rechazada con escasísimas bajas por nuestra parte y con un gran quebranto para sus brigadas de vanguardia, la 35 y la 200, que no osaron intentar un segundo ataque tras fracasar en el primero, limitándose la actividad del enemigo durante el resto del día 13 y el 14 a cañonear Brunete y alguna de nuestras posiciones, por lo que sus asentamientos artilleros fueron contrabatidos. Nuestra artillería hizo en total 5.796 disparos. El consumo de cartuchos de fusil y ametralladora se acercó a los 150.000. Nuestras bajas fueron 14 muertos y 56 heridos. Las bajas conocidas del enemigo alcanzan a 641, repartidas según sigue: 170 muertos en la proximidad de nuestras líneas enterrados por nosotros por razón de higiene, 2 prisioneros heridos, 2 heridos pasados a nuestras filas, 67 pasados a nuestras filas hasta el día 20 y por último, 400 muertos entre los que quedan por delante de nuestras líneas y los que ha retirado el enemigo.
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Leyenda: Posición Cienpiés de la 20ª división franquista, en la margen sur del arroyo de Los Morales. En la parte inferior de la foto se ve la actual carretera M-501, a la altura de Quijorna en diciembre de 1938.
(fuente: CECAF)
Aestas cifras se deben sumar los heridos evacuados a los hospitales, con lo que el total de bajas republicanas en esa fatídica mañana del 13 de enero y días inmediatos se pudo acercar a las 1.500. Seguramente también sufrió un duro golpe la voluntad de resistencia de muchos combatientes.
El proceso de liquidación del Ejército popular de la zona Centro – Sur por el camino de la traición pudo haber quedado abierto o consagrado en esos días. Es posible que la presencia en el cuartel general de Franco de un plan de derrota programada en Brunete fuera la primera prueba inequívoca de un verdadero compromiso de ciertos altos mandos republicanos con una rendición sin condiciones. No sabemos si existen datos históricos conocidos que acrediten una complicidad tan extrema tan temprano, pero es normal que nuestras miradas se dirijan interrogantes hacia el coronel Casado, el jefe del Ejército del Centro que se sublevaría menos de dos meses después contra el Gobierno Negrín, acabando desde dentro con toda posibilidad de prolongar la resistencia o de hacer un repliegue ordenado sobre un puerto del Mediterráneo.
Miles de vidas de republicanas y republicanos estuvieron en juego y se perdieron por causa de esta traición. Quizás, las de los que cayeron en la ofensiva del 13 de enero frente a Brunete fueron las primeras.
Ernesto Viñas.
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