martes, 22 de mayo de 2018

'Les Mamàs belgues': la historia olvidada de unas mujeres valientes

El Centro de Educación de Adultos Gloria Fuertes de Navalcarnero presenta el Miércoles 23 de Mayo en el Centro de Artés Escénicas de Navalcarnero el documental Las Mamás belgas.
En 2016 el documental ha ganado el Premio de Mejor Documental en la Mostra Internacional de Cinema Documental de Montaverner y ganador del Segundo Premio - Premis Miquel Fàbregues en Barcelona 2017.

Presentación por nuestro compañero Sven Tuytens, miembro de Brunete en la Memoria y director-investigador del documental. 
Sven rescata en un documental las peripecias de 21 mujeres, judías y comunistas, que trabajaron como enfermeras en el hospital militar de Ontinyent durante la Guerra Civil y cuyo recuerdo aún perdura en la localidad valenciana, pese a que muchas de ellas murieron en los campos de exterminio nazis.


JORGE OTERO
artículo del 10 de mayo de 2016 (Diario Público) 

La Guerra Civil está llena de historias que han tenido que esperar décadas a ser contadas. Muchas de ellas permanecen aún ocultas en los lugares más insospechados, esperando a que alguien las rescate del sumidero del olvido. A veces basta con saber buscar: el origen de una buena historia puede estar en una conversación intrascendente, en una maleta o en una caja de zapatos. 


1-5-1937 11 de las mamás belgas en Barcelona


Fue precisamente en una caja de zapatos donde el periodista belga Sven Tuytens, corresponsal en España de la radio televisión pública de su país y devoto estudioso de la participación de las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil Española, encontró una foto que despertó su curiosidad y le llevó a rescatar las vivencias de un grupo de enfermeras procedentes de Amberes (Bélgica) que en 1937 llegaron al hospital militar de Ontinyent (Valencia), uno de los centros médicos más modernos con los que contó la República durante la guerra.

Con la ayuda de Joan Josep Torró, un investigador local de Ontinyent, Sven Tuytens empezó una aventura que ha culminado con un documentaldirigido y escrito por él y que ha sido producido por la diputación de Valencia (área de igualdad). Titulado Les Mamàs belgues (Las mamás belgas), el trabajo de Sven Tuytens recupera la memoria de 21 mujeres belgas de origen judío y de ideología comunista que vinieron a la guerra de España sin tener, en muchos casos, experiencia sanitaria previa. Muchas de esas mujeres terminaron muriendo en los campos de exterminio nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

A Sven Tuytens le llamó la atención esta historia por estar protagonizada por heroínas desconocidas: "Cuando se habla de las Brigadas Internacionales suele hablarse de la guerra y de la muerte de los hombres, pero no de las mujeres", explicó el periodista el día del estreno del documental.

A las mujeres que abandonaron la seguridad y la comodidad de sus hogares para ayudar a cambio de nada las llamaron en Ontinyent "Les Mamàs belgues". Hubo también mujeres de otros países, a las que también llamaban así, pero Tuytens centra su historia en las 21 chicas que salieron de Amberes. Ellas apenas estuvieron dos años en el pueblo, entre mayo de 1937 y febrero de 1939, pero su recuerdo aún perdura en el municipio valenciano, donde durante décadas se guardó memoria silenciosa de su estancia allí. Su historia nunca se había contado a pesar de ser conocida en el lugar, hasta que el pasado 14 de abril se estrenó el documental de Tuytens en el Teatro Echegaray de Ontinyent. 

La foto salida de la caja de zapatos que despertó el interés de Sven Tuytens mostraba a un grupo de mujeres posando en la fiesta del 1 de mayo de 1937 en Barcelona. Era su primer día en España. Y era el principio de todo. "Me llamó la atención la foto porque no era la típica imagen de milicianas con el fusil al hombro. Parecía más bien la foto de un grupo de chicas de excursión turística por Barcelona, pero poco a poco me enteré de la historia de este grupo de mujeres", declaró Sven Tuytens a la cadena Ser en el estreno del documental en Ontinyent.

La imagen la tenía un historiador belga, Rudi Van Doorslaer, al que Sven Tuytens había contactado para hablar sobre la figura de un conocido comunista y sindicalista belga que murió en España en enero de 1937 luchando con las Brigadas Internacionales. Su nombre era Piet AkkermanSu hermano Emil, otro comunista convencido, había muerto en noviembre en la batalla de Madrid. Emil estaba casado con Vera Akkerman, una mujer tan combativa y tan comprometida como su marido y su cuñado. Rudi Van Doorslaer había entrevistado a las últimas "Mamàs" vivas en los años 80 y, a raíz de la foto, alentó a Tuytens a contar la historia de estas mujeres.

Fue Vera Akkerman la que reclutó al grupo de mujeres que terminaría en Ontinyent, entre ellas a sus dos hermanas, Rachel y Golda. También fue ella quien organizó el viaje. La mayoría de ellas se reunían desde antes de la guerra en España en un local marxista de Amberes, el Kultur Fareyn, con otros comunistas. Su fuerte compromiso político las llevó ya desde el año 1934 a atender a refugiados políticos que huían principalmente de la Alemania nazi. Eran activistas, se movían, estaban concienciadas. En aquellos años el enfrentamiento en el campo de batalla con el fascismo parecía inevitable, cosa que la guerra en España vino a confirmar. Y ellas querían estar en primera línea del frente. Una vez que estalló el conflicto en España, el compromiso de estas "Mamàs belgues" les impedía permanecer de brazos cruzados. 

Mujer culta, elegante, atractiva y bien relacionada, Vera se enteró de que la Internacional Socialista Obrera (IOS) y los sindicatos belgas habían impulsado la creación de un hospital militar internacional en Ontinyent, transformando el monasterio de los Franciscanos —y actual colegio de la Concepción de la localidad valenciana— en un centro médico puntero para la época, donde, por ejemplo, se usaron técnicas pioneras como estabilizar a los heridos en el mismo frente o incluso operarlos en las propias ambulancias mientras eran trasladados al hospital. 

A pesar de que eran comunistas y de que el hospital lo financiaban los socialistas, Vera convenció a sus compañeras para embarcarse en la aventura española. Llegaron a Ontinyent el 2 de mayo de 1937. Había más enfermeras de otros países —hasta de diez nacionalidades distintas— y chicas del propio Ontinyent. Sven Tuytens recoge el testimonio de una de ellas, la última enfermera que trabajó en aquel hospital que aún vive. María Rosario Llin Belda recuerda a sus 94 años que aquel grupo de mujeres la llamaban La peque y que en muchos casos no vinieron solas ya que tenían novios brigadistas luchando en el frente. Muchas de ellas los vieron morir. 

En el documental, María Rosario Llin Belda describe cómo estas mujeres extranjeras le marcaron hasta el punto de que ella mismo decidió dedicarse a la enfermería el resto de su vida. Añade que aquellas luchadoras por la libertad trajeron aire fresco al pueblo con su actitud alegre, —pese a todo— desinhibida y sin complejos. Pero sobre todo le llamó la atención la abnegación, el sacrificio, la solidaridad y el fuerte compromiso de estas "Mamàs belgues" que tanto la impresionaron a ella y a todo un pueblo.

 
Algunas de Les Mamàs belgues en Ontinyent en 1938.
(foto: AMSAB-ISG, Gante, Bélgica)



El propio hospital militar de Ontinyent adquiere categoría de personaje en el documental de Tuytens. Fueuna de las joyas de la red de hospitales con la que contó la República durante la guerra: moderno y amplio, contaba con buenos médicos, recursos y buen material. Al principio fue más que nada un hospital de retaguardia: Ontinyent era entonces un pueblo tranquilo alejado del frente de batalla. Concebido para albergar 1.000 camas, llegó a tener 800 heridos en sus dependencias en las últimas semanas del conflicto bélico. Tras la guerra volvió a ser un monasterio y un colegio. Los vencedores se llevaron todo lo que recordara que allí había habido un hospital republicano, pero en la biblioteca dejaron olvidados algunos librosque los médicos y las enfermeras habían traído. Algunos eran políticos, de clara ideología comunista, y ahí permanecieron durante casi 80 años sin que nadie se diera cuenta hasta que los descubrió el propio Tuytens. Todo un síntoma.

"Les Mamàs belgues" y todas las personas que trabajaron en el hospital de Ontinyent prestaron uno de sus últimos servicios durante el bombardeo de Xátiva el 12 de febrero de 1939. Ese día murieron 129 personas y más de 200 resultaron heridas


Rodaje de Les Mamàs belgues en Ontinyent
(foto: Sven Tuytens)


El cerco se estrechaba. Las "Mamàs belgues" estuvieron hasta el final atendiendo a los heridos. 
A última hora escaparon hacia Argelia antes de regresar a Bélgica. Allí, un año después, con la invasión de los nazis, comenzaría lo que Tuytens define como "su segunda guerra". En realidad fue un calvario: muchas de ellas muchas terminaron sus días en campos de de exterminio como Auschwitz. 


Rodaje de Les Mamàs belgues en Ontinyent
(foto: Sven Tuytens)

Vera Luftig
(archivo: Sven Tuytens)

Otras, como la propia Vera Akkerman (Luftig), el alma máter de las  "Mamàs belgues", lucharon contra los nazis desde la Resistencia. Ella en concreto entró a formar parte de una red de espionajes soviética llamada la orquesta roja. Su pista se perdió para siempre en 1944 sin saber realmente que le pasó. Algunas sobrevivieron a la II Guerra Mundial, pero su ejercicio de solidaridad, sacrificio y entrega pasó al olvido. 
Hasta ahora.






lunes, 14 de mayo de 2018

Sobre el libro “Verano Español”, de Nordhal Grieg.

Pasados 80 años desde que fuera escrito, el libro Verano Español del noruego Nordhal Grieg, que hasta ahora solo estaba disponible en su idioma original, acaba de ser publicado también en castellano.  Para Brunete en la Memoria esta es sin duda una buena noticia porque nos permite saber mucho más sobre los internacionalistas escandinavos que participaron en la GCE y porque los relatos que contiene este libro están directamente centrados en la batalla de Brunete o guardan una relación cercana con ella. 


Oí hablar por primera vez de este autor hace unos 8 años, cuando por iniciativa de un amigo común llegó a Quijorna el primer grupo de viajeros noruegos. Aquella visita al almacén – exposición que luego dio lugar al actual museo, y que entonces estaba en sus inicios y ocupaba solo una esquina del espacio que necesita ahora, fue una experiencia inolvidable. 50 nórdic@s en este pequeño pueblo de Madrid llaman la atención, y más si nadie conoce si vienen a ver algo concreto (y en este caso además oculto) o se han perdido de camino a otro sitio. Recuerdo que de ese primer grupo me impactaron sus modales tan educados, la admiración que sentían por sus compatriotas encuadrados en la XI brigada internacional y el enorme aprecio que transmitían por la II República española. Desde entonces, la sucesiva llegada de nuevas excursiones de noruegos ha ido asentado la costumbre de visitar Quijorna cada mes de octubre para pisar y conocer, aunque sea someramente, el viejo campo de batalla en el que una compañía de escandinavos formada por noruegos, daneses, suecos y finlandeses luchó junto a españoles, alemanes, austríacos, belgas y franceses en la 35 división (brigadas XI, 32 y 108).
Dos amigos que hice en aquella ocasión me mandaron al volver a Noruega el fantástico libro sobre el Hospital Sueco – Noruego de Alcoi y un par de capítulos traducidos del noruego al inglés del libro Verano Español, de Grieg. Cuando hace poco supe que se preparaba una edición en castellano de este último libro, recordé cómo su lectura parcial despertó mi interés por los combatientes escandinavos del batallón Thaelman, el personal médico del hospital de Alcoi, por Lisa Linbaek, Gerda Grepp y Nordhal Grieg, todos implicados intensamente con la defensa de la causa republicana, ya estuvieran empuñando un arma, manejando instrumental médico o usando una máquina de escribir. 
Una vez que he podido leer entera la cuidada edición que ya está en las librerías, los breves relatos que forman este libro me han parecido tan interesantes como los primeros que leí hace años. Los veo tan reales y creíbles que me parecen equiparables a las fotos que tomó aquí Gerda Taro, porque son como imágenes hechas con palabras, que van a lo esencial y encajan perfectamente con el resto de información que tenemos. Verano Español está escrito por alguien que viene de una latitud geográfica y cultural lejana, pero que es capaz de sentir una enorme cercanía y solidaridad con los civiles y los combatientes que tiene alrededor, porque comparte la misma lucha antifascista.
A lo largo de estas “fotos” hechas con palabras, Nordhal incide varias veces en el papel tan importante que tiene la cultura como herramienta de liberación y de superación de las injusticias, pero también señala lo insuficiente que le resulta su propia contribución hecha “solo” desde la escritura. Él siente intensamente y repite que son los civiles que aguantan bombardeos y privaciones y los combatientes de las trincheras quienes están defendiendo eficazmente la democracia, y no los intelectuales reunidos en el II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura (que tuvo lugar entre los días 2 y 12 de julio de 1937 en  Valencia, Barcelona y Madrid). Fruto de este convencimiento, y por haber sabido insistir hasta lograrlo, él fue uno de los escasísimos participantes en el Congreso que consiguieron el necesario permiso del alto mando para visitar el campo de batalla. Grieg habría entrado en la zona de lucha en dos ocasiones, siendo la segunda el día 24, el mismo en que los republicanos perdieron Brunete, de forma que pudo ver de cerca el combate, los bombardeos y el peor momento hasta entonces de la 11 división de Lister; todo desde la primera línea de la 35 división, situada entre los pueblos de Brunete y Quijorna. Desde la percepción de Nordhal Grieg de que la cultura es fundamental pero no basta para ganar la guerra a la reacción y al fascismo, un ejemplo para él será su amigo Ludwig Renn, un oficial y escritor alemán veterano de la I Guerra Mundial que asistió al II Congreso e inmediatamente se puso al frente del Estado Mayor de la XI brigada internacional, que estaba dejando las posiciones de reserva para entrar de inmediato en la batalla.  
En relación con la importancia que Grieg le otorga a la cultura, hay que recordar el enorme esfuerzo que antes de la guerra hacían los gobiernos progresistas de la II República por acercar el cine, el teatro y los libros a la clase trabajadora y especialmente, a los pueblos más apartados de España. En este sentido, son impresionantes y muy descriptivas las fotografías que muestran a campesinos de todas las edades viendo su primera película de cine gracias a las Misiones Culturales. Del mismo modo, en el frente, incluso en primera línea y literalmente bajo el fuego franquista, trabajaron intensamente las Milicias de la Cultura, luchando contra el analfabetismo entre las tropas y fomentando la lectura y la confección de prensa impresa y mural en todas las unidades. Una modesta pero irrefutable prueba de esto la aportan los numerosos tinteros de vidrio perdidos por los combatientes que hemos recogido en las trincheras republicanas que atraviesan el viejo campo de batalla de Brunete. Hoy, cuando lo que queda son los libros, no cabe duda de que Nordhal Grieg, Ludwig Renn y tantos otros que pensaban como ellos, sí contribuyeron de manera real y perceptible a la lucha republicana, que si tuvo el resultado conocido fue casi con seguridad por los efectos de la No Intervención, que ellos tanto denunciaron.



Dos constantes atraviesan la mayor parte de los relatos que componen Verano Español: la admiración que siente el autor por las cualidades, el entusiasmo y la resistencia del pueblo y el espanto compartido con los civiles ante los bombardeos aéreos masivos y reiterados. Seguramente, a la destrucción física que causaba esta nueva arma aportada por nazis e italianos a la sublevación hay que añadir su impacto moral, quizás todavía mayor. Los nuevos medios de bombardeo eran entonces un recurso militar en fase experimental que se empleba por primera vez en condiciones reales para conseguir el terror. Franco, cooperador necesario, permitió que Hitler y Mussolini usaran las ciudades y los frentes republicanos como un gran polígono de pruebas para ajustar equipos, tripulaciones y tácticas con vistas a emplearlos poco después sobre las poblaciones del resto de Europa. España se convirtió así en la primera víctima de esta nueva forma de crimen de guerra que en breve alcanzaría a otros países y pocos años más tarde se volvería contra el propio Reich, con inigualable intensidad. 
Me gustó especialmente la descripción que hace Grieg del tiempo que la XI brigada pasó en Villalba, recuperándose de la batalla de Brunete, paso previo a la de Belchite. El intenso vínculo de camaradería creado entre los combatientes del Ejército popular y los escandinavos que ahí se describe no terminó con la salida de los brigadistas internacionales en octubre de 1938. Pocos meses después de la derrota republicana, la guerra de agresión iniciada por el III Reich contra Polonia en septiembre de 1939 no tardó en alcanzar Dinamarca y Noruega. En mayo de 1940 cerca de 900 republicanos españoles enrolados en la Legión Extranjera Francesa participaron en el desembarco aliado en la ciudad noruega de Narvik, que llegó a ser brevemente liberada de los nazis a un precio altísimo para los desembarcados: 500 españoles murieron en esa bahía. El internacionalismo, fiel a su esencia, funcionó en los dos sentidos entre Iberia y Escandinavia.
Si en algún momento leéis Verano Español, recomiendo poner mucha atención al acertado prólogo que escribió Emilio Silva, y por supuesto también al discurso de Nordhal Grieg ante el II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura que cierra el libro. Para terminar, quiero agradecer a la librería Traficantes de Sueños, a Ainhoa Zufriategui y a Aku Estebarán su confianza al permitirme tomar parte en una de las presentaciones públicas que merece este breve pero necesario y esperado libro. ¡Salud!
Ernesto Viñas.