jueves, 26 de enero de 2017

Brigadas Internacionales: ¿fuerzas de choque o carne de cañón?


Antecedentes.

La II República aguantó una guerra de casi tres años contra un ejército mucho más consolidado, el franquista, que además de tener la iniciativa, grandes recursos financieros y la complicidad del mundo capitalista, contó con el apoyo de las armas más modernas y con unidades regulares de otros ejércitos que superaban al español en potencia: CTV y Legión Cóndor, a los que debe sumarse una formidable fuerza de infantería constituida por miles de combatientes rifeños a sueldo.
Por su parte, careciendo de almacenes llenos de armas o de una industria que pudiera producirlos, el gobierno y las organizaciones republicanas, por contar con las reservas de oro, pudieron recurrir a la compra de material bélico de primera (y segunda) calidad a la URSS. Recibieron también entre 35 y 50.000 combatientes voluntarios internacionales que fueron encuadrados en seis brigadas XI, XII, XIII, XIV, XV y CL. Estos dos recursos fueron vitales para el Ejército Popular Republicano (EPR), pero si algo fue determinante para permitir su existencia durante casi 33 meses, fue su capacidad para ponerse en pie nuevamente tras cada batalla de desgaste o derrota que tuvo que afrontar, logrando incluso alcanzar algunas victorias en medio de una guerra muy desfavorable, tanto dentro de España como en el terreno diplomático. Esto se consiguió, entre otras cosas, con mucha determinación, esfuerzo y sacrificio por parte de los combatientes. El hecho de que demasiadas veces estos afrontaran a la lucha sin posibilidades de vencer o siquiera de mantener sus posiciones no significa que por sistema fueran lanzados al combate de cualquier manera. Por el contrario, la II República hizo todo lo posible por movilizar, organizar, armar e instruir, un verdadero ejército, pero evidentemente faltaron unidad política, recursos y tiempo para alcanzar un nivel más alto. En ese contexto, los brigadistas vinieron para darlo todo, y eso fue exactamente lo que se les exigió. Asumieron el peligroso compromiso de ser la vanguardia del antifascismo y pagaron un precio enorme en vidas, igual que muchas otras unidades españolas. Estoy convencido de que esto resultó completamente inevitable a la vista de los parámetros que rigieron la resistencia republicana y el papel cómplice de las “democracias” respecto al campo sublevado.
Por las anteriores razones, personalmente rechazo el término de carne de cañón aplicado a las BBII o a cualquier otra unidad republicana que combatiera junto a ellas, pero sí creo que se deben analizar y criticar los problemas y limitaciones que afectaron a los partidos y organizaciones del campo republicano, así como la estrategia seguida por Negrín, Prieto, Rojo y el alto Mando del ejército popular. Dentro de su limitada capacidad de maniobra, todos ellos determinaron también cómo fue el empleo de los combatientes sobre la línea de fuego, y como todo en la vida, seguramente eso se pudo hacer mejor, pero no debemos olvidar que es muy fácil decirlo desde un sillón y 80 años después.

Vamos por partes:

Durante la II GM, la Larga Marcha China, las luchas populares por la descolonización en Asia y África y los movimientos guerrilleros del siglo XX en América Latina, los insurgentes y/o los defensores de regímenes populares similares a la II República española ya contaron al menos con antecedentes y enseñanzas en las que apoyarse para organizar y conducir en la guerra a una guerrilla, una milicia o una fuerza regular. Por el contrario, en el verano de 1936, cuando a las organizaciones del Frente Popular les tocó movilizar y armar a sus bases para enfrentar la sublevación militar reaccionaria y fascista iniciada el 17 de julio, no se podían apoyar en ninguna de estas experiencias. En ese momento la izquierda española prácticamente estaba abriendo camino, ya que solo contaba con la limitada experiencia militar propia que le brindó el fallido intento revolucionario de 1934 y con un par de ejemplos en el marco europeo: la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia y posterior guerra civil contra los ejércitos blancos apoyados desde las potencias europeas, y la insurrección de la Liga Espartaquista de enero de 1919 en Berlín, que fue aplastada tras una semana de lucha callejera. En el verano de 1936 la parte del pueblo español que apoyaba a la República estaba haciendo algo realmente difícil: formar una fuerza armada sobre bases ideológicas y organizativas totalmente nuevas en la historia nacional. Que esta fuerza fuera capaz de resistir casi tres años frente al ejército franquista y sus aliados fascistas dice mucho del grado de éxito conseguido partiendo de cero.
En Rusia, tras el triunfo bolchevique en 1917, la fuerza militar miliciana y revolucionaria, llamada Guardia Roja, fue transformada en Ejército Rojo en un proceso relativamente rápido. Lo exigía la necesidad acuciante impuesta por la situación bélica (I GM en curso desde tres años atrás, y luego la guerra contrarrevolucionaria) y lo permitía la existencia de una dirección política fuerte y unida en torno a un programa político claro y un partido único con líderes muy visibles, capaces y carismáticos que no dudaron en aplicar las mediadas coercitivas necesarias. En esas condiciones, la vida de los combatientes sería seguramente extremadamente dura y peligrosa, pero gracias a que el Ejército Rojo alcanzó unas cualidades fundamentales en un plazo razonable, fue capaz de consolidarse y vencer, permitiendo que el régimen soviético consiguiera sobrevivir. La guerra civil que terminó en 1923 y dejó más de 5.000.000 de muertos la ganaron la tenacidad y el acierto del gobierno bolchevique, la inmensidad del territorio y la inigualable capacidad de sufrimiento de los distintos pueblos de la recién creada URSS, fundamentalmente el ruso.


Situación de la República Española tras el 18 de julio de 1936.

A diferencia de la Rusia revolucionaria, que heredó del régimen zarista la participación en la I GM (desde 1914), la España republicana se despertó frente a un golpe de estado de julio de 1937 de un día para otro, de forma que cuando este se produjo, el gobierno legítimo tuvo enfrente a un enemigo organizado, que contaba con un plan y tenía apoyos exteriores comprometidos, mientras que la base social leal solo estaba en alerta, pero no movilizada, y mucho menos armada y encuadrada. Por otro lado, la inmediata disolución del ejército dictada por el propio gobierno provocó (en la equivocada creencia que las tropas de los sublevados se desentenderían de la obediencia a sus oficiales) que se desestructurase más todavía el ejército en la zona leal, con lo que tuvo que emprenderse su reorganización casi completa. La carencia de oficiales (y dentro de ellos, de oficiales fiables), y sobre todo de suboficiales, debió ser incluso más aguda entonces en España que en la Rusia de octubre de 1917, ya que allí la guerra en curso había provocado la llamada a filas de miles de obreros y campesinos. Aquí, en cambio, solo estaban en plantilla los militares de carrera, que mayoritariamente traicionaron a la República. A esto hay que sumar el rechazo hacia todo lo militar que sentía buena parte del proletariado español, que durante años había visto marchar a sus hijos a un servicio militar largo, peligroso e injusto, que por un lado eximía a quienes podían pagar una suma elevada (la cuota), y por otro enviaba a miles de jóvenes a crueles guerras coloniales en el Riff que solo beneficiaban a minorías privilegiadas con intereses económicos directos en esa zona. Por último, hay que mencionar una situación de baja tecnificación del ejército, generalmente escaso de medios mecanizados y artillería, lo que a la hora del combate, obligaba a emplear más intensamente a la infantería. Además de esto, comenzada la guerra civil, durante los primeros meses, las organizaciones crearon, instruyeron y dieron identidad a sus propias unidades militares, con lo que la situación distó de ser la necesaria para que existiera un mando único y un ejército cohesionado y bien organizado, algo fundamental a la hora de cuidar bien de los soldados.
Todos estos factores, actuando juntos en grado diferente según el momento o la zona que se tome en cuenta, provocaron que el nuevo ejército (regular) republicano tardara mucho en nacer y madurar, lo que tuvo una traslación directa a la forma en que progresaron las operaciones sobre el campo de batalla, donde hasta entrado 1937 las milicias de las diferentes organizaciones del Frente Popular pagaron un precio muy alto en hombres, material y territorio por tener que combatir y resistir sin constituir todavía un verdadero ejército.

En el campo republicano, a la mejorable velocidad con que se efectuó la militarización de las fuerzas, habría que añadir lo que podríamos considerar limitaciones y errores en la estrategia general con que fueron conducidas las operaciones después de terminada la batalla de Guadalajara (final de la primera fase netamente defensiva en los frentes del Centro, mes de marzo de 1937).
En primer lugar, a diferencia de lo que ocurría en la parte sublevada, en la zona republicana no hubo nunca una militarización de todos los aspectos de la vida nacional. Dicho de otro modo, por causa de las características culturales e ideológicas imperantes en el campo republicano, la soberanía militar no se impuso del todo sobre el ámbito civil, manteniéndose para este último una serie de funciones y derechos que eran poco frecuentes de ver en otros países en tiempo de guerra. Desde el punto de vista político y emotivo esto sin duda otorgó un perfil único a la GCE dentro de la historia de la humanidad, pero también afectó de manera directa al rendimiento e intensidad del esfuerzo bélico y laboral que se pudo hacer en el frente y en la retaguardia.
Por otra parte, además de la forma en que se gestionaron ciertos recursos y la existencia de un fuerte poder civil que se mantuvo durante toda la guerra en la zona republicana, opino que en la esfera netamente militar, hubiera sido posible seguir una estrategia más defensiva, orientada a alargar todavía más la guerra en lugar de intentar ganarla, pues las condiciones materiales y políticas (disposición de armas, hostilidad exterior y falta de mayor unidad política) no lo permitían. Contrariamente a esto, el gobierno y el alto Mando republicanos se comportaron como si resultara posible derrotar a Franco con las armas y fuerzas disponibles, razón por la cual buscaron en más de una ocasión una victoria sobre él que cambiara el curso de la guerra (la batalla decisiva). Así, comprometiendo todos los recursos disponibles en varias ofensivas en campo abierto, aceleraron el desfondamiento del ejército popular en lugar de velar por su conservación y fortaleza, aún cuando esto hubiera supuesto tener que ceder territorio más rápidamente frente al enemigo.
La doctrina militar que Vicente Rojo había aprendido en sus años de carrera era la propia del militar de un país europeo desarrollado que miraba fundamentalmente a los bien instruidos y armados ejércitos francés y alemán y no a la lucha popular prolongada, que entonces además casi no contaba con experiencias prácticas en las que inspirarse. En esa coyuntura, creo que el PCE, a pesar de que se ha dicho muchas veces lo contrario, estuvo muy lejos de tener un poder absoluto sobre el ejército y la conducción de la guerra, e incluso se esforzó por estar al servicio de la legalidad republicana antes que maniobrar para imponer sus tesis a fondo, siguiendo en esto las directrices de la URSS, que mirando sus propios intereses, no quería asustar al Reino Unido y Francia permitiendo un gobierno revolucionario o “bolchevique” en España. En esa situación, a pesar de lo que decía la propaganda franquista y de las quejas de Prieto, comparto el punto de vista de los historiadores que afirman que no hubo tanto poder comunista en el ámbito militar como se ha intentado hacer creer.

La República siempre defendió su territorio e intentó alargar la guerra en su fase final para conseguir que se solapara con la inminente II GM, lo que hubiera afianzado la idea de que España era solo la primera batalla de una guerra europea causada por el fascismo. Salvando la rebelión casadista, se resistió tanto como fue posible, pero desde un enfoque de guerra destinada a sofocar una sedición interna, y no desde la estrategia de guerra popular prolongada basada en la lucha de clases. Asumir último esto último hubiera debido permitir concentrar todo el poder en pocas manos (unidad política), movilizar más a fondo todos los recursos disponibles en pro del esfuerzo de guerra y priorizar la conservación de las fuerzas sobre la conservación del territorio para luchar una guerra prolongada y orientada inicialmente no a ganar, sino a no perder. En este caso, lo coherente hubiera sido combinar la defensa de los frentes y ciudades con el sostenimiento de fuertes contingentes guerrilleros tras la retaguardia enemiga; pero en lugar de esto, se optó desde el verano de 1937 por el lanzamiento de ofensivas de gran envergadura en campo abierto, y ahí parece estar la clave del debate que nos ocupa: ¿fueron las BBII fuerza de choque o carne de cañón?

Sostengo que en la fase inicial y en la netamente defensiva de la guerra, hasta que terminó la batalla de Guadalajara, la República gastó un tiempo precioso para militarizar sus milicias, pero dadas la falta de unidad política, la falta de una confianza plena en los mandos de carrera, el fuerte antimilitarismo que sentían parte de los hombres (fundamentalmente los anarquistas) y la escasez de armamentos, este tiempo resultaba difícilmente reducible. La crítica podría hacerse a partir del momento en que se dispuso de cierto margen de acción, cuando podía elegirse entre auxiliar al norte desde una zona Centro “tranquila” emprendiendo una ofensiva en Extremadura o en Madrid, o infiltrando guerrilleros en la retaguardia enemiga. Entonces se optó por lo primero, aún sabiendo que se tenía un ejército todavía inmaduro. Disculpados los sacrificios extremos pedidos a las unidades en los ocho primeros meses de guerra, fue la dureza de las batallas ofensivas de La Granja, Brunete, Belchite y Teruel lo que puede hacernos pensar por primera vez en un uso y abuso de las BBII, al punto de vernos tentados de hablar de ellas como “carne de cañón”. Luego, cuando tuvo lugar la retirada de Aragón, la partición en dos de la zona republicana, la batalla del Ebro, y la defensa desesperada de Cataluña, nuevamente ya no se pudo elegir. Había pasado la fase de pasajero equilibrio militar (marzo de 1937 a enero de 1938) que permitió soñar a los republicanos con la victoria. Desde febrero de 1938, perdido otra vez Teruel e iniciada la retirada de Aragón, nuevamente hubo que exigir a los hombres que dieran de si el 150%, pero, como al principio de la guerra, solo para evitar el colapso, no para pensar en ganar. Se había acabado el frente norte, llegaban menos voluntarios internacionales y se agudizaba la falta de armas por la política de No Intervención y las severas pérdidas previas.


Conclusión.

Visto lo anterior, lo primero que hay que decir es que un ejército que no tiene tiempo de reclutar, encuadrar e instruir correctamente a sus hombres está condenado a perderlos prematuramente cuando entran en combate, y eso le pasó al ejército republicano. Por otro lado, la suerte de las BBII (con un 50% de españoles) fue compartida por el resto de las fuerzas de choque exclusivamente españolas, de forma que si hubo trato de “carne de cañón”, lo sufrieron también decenas de brigadas mixtas que combatieron en las grandes batallas. Si asumimos que las brigadas internacionales y las brigadas de choque que formaron parte de los sucesivos Ejércitos de Maniobra que se formaron eran las mejores fuerzas de la República, es lógico que siempre estuvieran en primera línea de los sectores más castigados, ya que simplemente no tenían recambio.

Se pidió todo de estas fuerzas y por norma estas lo dieron todo, pero no cabe hablar por eso de trato de “carne de cañón” porque este concepto lleva aparejado históricamente un desprecio racial o de clase social por parte de los oficiales y los gobernantes hacia la tropa, lo que nunca tuvo lugar en el ejército popular, donde por ejemplo, oficiales y comisarios sufrían una tasa de mortalidad igual o incluso mayor que las tropas. “Carne de cañón” es un término que podría ajustarse mejor a cómo eran vistas las fuerzas coloniales que tuvieron el ejército franquista y otros ejércitos europeos como el francés y el británico, a las fuerzas de infantería en las terribles batallas de la I GM o a los batallones disciplinarios en la mayoría de ejércitos. Por contra, en la España republicana existió como norma un respeto y una preocupación muy grandes por los derechos y el bienestar de todos los combatientes, que se plasmó en la constante lucha por que estos tuvieran cosas tan poco comunes en otros ejércitos como: medios de expresión (se redactaba y editaba prensa escrita y mural en cada unidad, incluso en las compañías); acceso a la cultura a través de festivales de teatro, cine y bibliotecas; lucha contra el analfabetismo; vigilancia de la alimentación y salubridad de las chabolas usadas como vivienda; lucha contra las enfermedades venéreas y asociadas a la falta de higiene; actos de confraternización con la población civil; visitas de delegaciones políticas, sindicales y culturales al frente, etc. En el EPR el combatiente era un verdadero ciudadano en armas y un camarada, independientemente de su grado militar o procedencia, algo que pasaba entonces en pocos ejércitos regulares.
Si existió algún tipo de maltrato o desprecio consciente a las BBII, este pudo venir generalmente de los altos mandos y oficiales medios españoles que en la fase final de la guerra apoyarían la sublevación casadista. Estoy pensando por ejemplo en el propio teniente coronel Segismundo Casado, quien en julio de 1937, durante la batalla de Brunete, ejerció el mando durante dos semanas del XVIII cuerpo de ejército, compuesto por 11 brigadas de las que 4 eran internacionales. En ese contexto, es bien conocido el episodio de desobediencia que protagonizó la XIII brigada internacional el día final de la batalla, tras haber estado en vanguardia desde el primer momento sin ser retirada del cerro Romanillos a pesar de las órdenes dictadas. Hay quien ve en esta postergación del relevo una intención deliberada por parte de Casado de llevar al límite a la XIII brigada, otros en cambio reconocen una imposibilidad de hacer las cosas mejor por falta de reservas que permitieran el relevo.

Frente al escaso aprecio que los “casadistas” y anticomunistas más o menos disimulados del ejército popular pudieran sentir por las BBII durante toda la guerra, y especialmente al final de la misma, queda la admiración y el respeto que sintieron y expresaron muchos otros jefes de carrera y todos los de Milicias. También se debe recordar el valor del gesto (y los riesgos asumidos para hacerlo) cuando se produjo el acto de despedida que las BBII protagonizaron en octubre de 1938, en Barcelona. En esa ocasión se reunieron todas las altas autoridades políticas republicanas y se retiró una parte de la aviación del frente para garantizar la seguridad del desfile que se organizó con los brigadistas en esa ciudad (frecuentemente bombardeada desde el aire). Después de esto, y cuando las BBII ya no contaban como unidades efectivas para ir al combate, la República intentó que abandonaran España cruzando la frontera francesa en un solo episodio y de manera visible y honrosa, a la par que también hacían lo propio los combatientes extranjeros del ejercito franquista por otro punto de la frontera, pero esto no pudo hacerse porque nuevamente Franco impidió cualquier acuerdo, y también en esto fue secundado por la No Intervención, liderada por el Reino Unido. Los brigadistas salieron entonces por grupos dispersos y no como una parte compacta del ejército español. Con ellos se fueron también las últimas posibilidades de victoria republicana. Tras el Pacto de Munich la II República quedaba abandonada a su suerte todavía más si cabe por una Europa acobardada ante el fascismo alemán e italiano y muy tibia con Franco.

Los brigadistas se llevaron el respeto y el afecto de millones de españoles, conscientes de que todos luchaban por una causa común, la supervivencia de la democracia frente al fascismo, ante el que una parte fundamental del pueblo, ya fuera como civiles, milicianos o militares, supo portarse como una verdadera fuerza de choque durante casi tres años.

Ernesto Viñas.






lunes, 16 de enero de 2017

Project for the creation of “Espacio para la memoria de la batalla de Brunete” (A place for the memory of Brunete battle) in Quijorna.

We are ready to start up a very interesting initiative that has been expected for a long time.  If we can count with your contribution, the project will be a lot better because it will respond to a collective demand.  This is well merited due to the importance and significance of the history behind it.  We just request a few minutes from you, to assess the proposal and decide if you wish to get involved with it.  Thank you very much beforehand.  Salud!!!

Brunete en la Memoria started to work more than ten years ago.  Obviously, at the beginning we did not have either the knowledge or the resources we have now, but the will and the aims were the same:  investigate, spread and find a place for what we call historical and democratic memory in the field of Brunete battle and the military history of the fronts of the central region during the Spanish Civil War, in opposition to the force of habit of a 40 year dictatorship and some other 40 of programmed amnesia.  So far, we have undertaken many of projects but the task we consider fundamental is still pending.  A few months before the 80th anniversary of the Brunete battle, it seems that the only tokens that remain are a handful of small forts next to the road and two or three old monuments and Francoist plaques.

Some meticulous research work about partial issues related to the July 1937 offensive has been undertaken in this part of Madrid.  However, the creation of something like a museum or a research and documentation center dealing with all the aspects in an integrated and accurate way is still pending.  No doubt, a reference place is still lacking.  This place will satisfy the desire for knowledge of neighbors and visitors.  It will also  activate the protection, promotion and enjoyment of the military heritage that still resists on and in this old battle field.




The project

With the aim of remedying this lack, we keep trying to start up a museum and documentation center of the Brunete battle.  We believe that the D day is right here.  So, we request the support of all those that share these ideals.  We want to move from planning to action.

The concrete plan, that many of you already know because it has been  developed for a long time (you have known ups and downs and different versions), intends to offer the following resources within an unique space and with time continuity:


   Permanent collection:  exhibition of pieces that were found in the battle field or received from donations.

   Maps and photographs:  it will show the cartography of different dates and origins related to the military procedures together with the historical photographs, aerial or other, obtained from various sources.

   Library:  it will favor the reading and research of hundreds of documents obtained from previous research in different historical archives, either civil or military.

   A support to the search of combatants:  this service will be offered to the families searching for information about a combatant, missing or not, who had participated in this battle or other fronts of the central region in any of the two armies.

   Guided itineraries:  the main part of the identification work of the spaces of the old battle field is already accomplished.  This has allowed us to design some itineraries that are at disposal of those interested in the factual ground, which also possesses other interesting historical and natural features.

   Support to the research and investigation:  facilitation of how to access to knowledge and places related to the battle to all those people or institutions that either research or product cultural resources:  documentaries, articles, photographs, books, etc.

   Temporary exhibitions:  a space for the dissemination of works or collections of other researchers and artists.

The material is completely ready but we need an appropriate space and the necessary furniture to make it come true.  That is why we ask the cooperation of those that would like to contribute to the creation of “Espacio de la memoria de la batalla de Brunete”.  We are sure you understand that we
lack the resources and need help.

The idea consists in renting some premises in Quijorna, set up the above- mentioned museum, inaugurate and test the viability of the project for a year.  The viability will depend on the acceptance of the public.  A year after we will be able to assess whether it is possible to keep on working in the same space or other.  The objective is to start beginning 2017 and not close in 2018.

The funding campaign for the first year

We need 15.000 euros to guarantee a year of functioning.  It is not a small amount of money but it is right for the purpose.  We would like to obtain this money little by little in the next two months, we request from you a contribution of 15 euros, that will pay for the rent, electricity, water, taxes, furniture, exhibition requirements and adaptation of the building.  If we succeed in receiving the donations of 1000 people or some other people or groups donate bigger amounts, the project shall start up.


The first year’ management

Brunete en la Memoria is our identity in the blog, Facebook and activities we undertake.  But it is not a legal association, it is a factual organization in which two people (Sven Tuytens and Ernesto Viñas) work permanently though we count with the cooperation of many others.  The result of this work is now visible in the media.  The idea of inspiration of “Espacio de la memoria” belongs to the whole group but the person in charge is Ernesto Viñas.  He is responsible for this request and its proper use because he will be the administrator of the funds.

If the amount is not obtained, there will not be a museum.  In that case, the money will be used for a more modest alternative:  print on paper the digital photograph collection, keep on researching and improve the exhibition of the collection as it is now.

If the project is successful, Ernesto Viñas will be responsible for the premises and will also be the guide.  His payment from the opening on will be obtained from the entrance tickets, shop, excursions and other activities.  In case the income is higher than a normal decent salary, while the functioning depends on the voluntary donations, the rest of the money will be used to develop the “Espacio”.  Obviously, we make a commitment of informing you and the comrades of AABI about the employment of the funds.

We believe that the long years we have been working selflessly and the quality of our products enable us to ask for this token of trust.  “Espacio de memoria de la batalla de Brunete” can turn into a collective success with a cultural, social and protest quality that will try to satisfy a need for historical knowledge and the necessary recognition to the combatants.

We look forward to your response and we thank you for your time.  Your cooperation is fundamental.  However, if you are unable to collaborate, please  send on details of the initiative.

As a recognition, those who have cooperated with the museum, will have two free tickets or two tickets for an excursion.  We look forward to a personal meeting in “Espacio” in Quijorna or in an itinerary of the Brunete battle.
   
Ernesto Viñas & Sven Tuytens

Phone: +34 659007790    
Email: evcos37@yahoo.es    
Blogs: Brunete en la memoria, Primer Ejército de Maniobra, Hospitales de sangre republicanos en la Guerra Civil Española

Bank information:

Ernesto Viñas Costantino

La Caixa     ES87 2100 2022 3702 0027 8310     CAIXESBBXXX    

miércoles, 11 de enero de 2017

Defensa lejana de Madrid: el frente del agua.

Si miramos las necesidades de la sanidad militar o civil, o simplemente las posibilidades de resistencia de una ciudad habitada por cientos de miles de personas, y asediada como estuvo Madrid entre noviembre de 1936 y marzo de 1939, veremos que el suministro de agua potable es una de las cuestiones que se deben asegurar ineludiblemente: no hay resistencia sin agua.  

Al hablar de agua potable y canalizada es obligado recordar como esta brilló por su escasez e incluso por ausencia total en primera línea durante largos periodos en la batalla de Brunete, conocida también como “batalla de la sed” por muchos combatientes. Pero en este artículo no vamos a hablar de eso, sino de la situación global de Madrid en relación con el suministro de agua de calidad, que en tiempos de paz era perfectamente viable en esta ciudad privilegiada por su cercanía a la sierra y a varios ríos, entonces limpios y mucho más caudalosos que hoy.

Ciertos documentos republicanos de los años 1937 y 1938 encontrados hace poco en el Archivo Militar de Ávila (AGMAV) confirman que el Madrid en guerra se abastecía de agua principalmente del río Lozoya, sobre el que tenían una importancia absoluta los embalses de Puentes Viejas y del Villar, consecutivos y con el primero aguas arriba del segundo. Estos dos embalses quedaron desde el principio en manos del ejército republicano, pero Puentes Viejas por los pelos, ya que el frente de combate quedó fijado posiblemente menos de un kilómetro de su muro, y no por casualidad. Todavía hoy, basta dar un simple paseo por el pinar que existe entre Puentes Viejas y el pueblo de Paredes de Buitrago para descubrir la más tupida red de trincheras de ambos ejércitos que uno pueda imaginar. En esa densidad de fortificaciones, las que estuvieron a cargo de la 1ª división del I cuerpo de ejército republicano tuvieron una función muy clara; cerrar a cualquier precio el paso al ejército franquista frente al principal punto de acumulación de agua destinada a Madrid. Quien dominara Puentes Viejas podría decidir en buena medida si Madrid tendría el agua canalizada que necesitaba o pasaría sed. 


Posiciones fortificadas de ambos ejércitos inmediatas a la presa, 
las más próximas son republicanas. 
Estuvieron a cargo de la 26 brigada mixta 
de la 1ª división (foto: CECAF)


En octubre de 1937, fecha del primer documento encontrado, parece que a pesar de la guerra el abastecimiento de agua estaba funcionando bastante bien en la capital, pues no se habla de restricciones masivas al consumo. Para garantizar esta situación, la cercanía de las líneas de fuego respecto a la presa de la cabecera del Lozoya obligaba a tener previstas una serie de  alternativas para el caso de que la situación táctica cambiara allí a peor para los republicanos. Las hipótesis que estos contemplaban y sus correspondientes medidas paliativas eran las siguientes:

1º. Para el caso de pérdida de la presa de Puentes Viejas en la época del año en que la del Villar tenía menos agua, se había montado un dispositivo que permitía abrir y bloquear las compuertas de la primera antes de abandonarla, de tal modo que para cuando el enemigo fuera capaz de cerrarlas, ya se habrían llenado las presas del Villar y del Pontón.

2º. Previendo el mismo caso (la ocupación) de la presa del Villar, se habían fijado sus compuertas, de tal modo que aunque el enemigo accediera a todos los mecanismos, tampoco sería capaz de cortar el agua hasta pasadas varias semanas.

3º. Si a pesar de todo lo anterior, el enemigo hubiera sido capaz de cortar el agua del Villar en un plazo corto, se había previsto otra toma de agua mucho más abajo en el mismo río Lozoya, para lo cual había sido reparado el Canal Antiguo y se había dispuesto una estación de cloración en él.

4º. Para el caso eventual de que el enemigo ocupara algún punto del Canal Antiguo, se había hecho un enlace entre el canal de Santillana y el Nuevo Canal, de tal forma que el agua de Santillana, sacada del embalse de Manzanares, pudiera ser traída a Madrid usando la conducción del Lozoya. El tramo de enlace tenía menos capacidad que el Canal del Lozoya, pero era suficiente para cubrir un abastecimiento restringido.

5º. Como esta última conducción también tenía puntos vulnerables, se proyectó hacer otra instalación que permitiera traer agua desde el punto del Jarama que el Mando considerara más conveniente. La interrupción de las obras hídricas provocada en noviembre de 1936 por la salida de Canales de sus ingenieros, para ponerse a dirigir las urgentes obras de fortificación de Madrid, impidió que tomara más vuelo esa idea. Asimismo, se estuvo dejando sentir una perjudicial desconexión entre el Mando militar y quienes manejaban los dispositivos mencionados. 


Posiciones fortificadas de ambos ejércitos inmediatas a la presa, 
las más próximas son republicanas. 
Estuvieron a cargo de la 26 brigada mixta 
de la 1ª división (foto: CECAF)


En agosto de 1938, casi un año más tarde, la Delegación del Gobierno de la República en los Canales del Lozoya recibe esta carta de esa empresa pública, que anteriormente se llamaba Canal de Isabel II:

“Probablemente en el día de mañana se llegará en el embalse de Puentes Viejas a la cota de nivel de agua mínima que el Estado Mayor dispuso que no se permitiera disminuir, con objeto de mantener un foso que dificulte la comunicación entre los dos márgenes del río Lozoya. Respetando naturalmente esa medida, asumimos que hay que empezar a gastar el agua del embalse del Villar, completamente lleno, pero que no contiene más que 23 millones de metros cúbicos, suficientes únicamente para los meses de septiembre y octubre. Si llueve antes del final de octubre, no habría necesidad de pedir una modificación de aquella medida al mando militar, pero si no llueve, sí, porque ni conviene proponer un régimen de restricciones (sumamente molesto para el vecindario y que produce poca economía), ni se debe consagrar un estado de apuro y escasez que no existe realmente, ya que disponemos en Puentes Viejas de otros 23 millones de metros cúbicos con los que puede prolongarse el abastecimiento de Madrid otros dos meses. Llegado ese momento, finales de diciembre, tenemos la seguridad de que ya habrá habido lluvias.
Por otra parte, desde el punto de vista sanitario, conviene siempre para el abastecimiento que se mantenga el mayor volumen posible de agua en el Villar, razón por la cual nuestro criterio de suministro ha sido siempre el de mantener este último lo más lleno posible y dar el volumen diario a Madrid mediante el aporte de Puentes Viejas al Villar, volumen que experimenta una autodepuración gracias a su lento discurrir a lo largo de los 9 kilómetros embalsados creados por esta última presa.   
Como a la lectura de estas consideraciones podrá objetarse que en el pasado año no se hizo esto que ahora pedimos, queremos recordar que constantemente esta Delegación estuvo proponiendo al mando militar la modificación de su medida (guardar un determinado volumen embalsado en Puentes Viejas por imperativo táctico), fundándose en razones de orden sanitario (calidad del agua) y para intentar evitar las restricciones de suministro, que finalmente hubo que imponer. Además de las dos razones expuestas, este año tenemos otro motivo de preocupación, y es que este verano hemos tenido un gran estiaje (disminución de caudal por escasez de lluvias), lo que ha impedido que durante julio entrara en el embalse superior (Puentes Viejas) el volumen que otros años permitía reponer el gasto de los embalses situados aguas abajo. De esta forma, en el año en curso, 1938, estamos consumiendo en Madrid exclusivamente agua embalsada.

En consecuencia, y fundándonos en las razones siguientes: 1ª, inconveniencia y poca utilidad de un régimen de restricciones. 2ª, ventajas para el aspecto sanitario del suministro. 3ª, inseguridad acerca de cuando llegarán las primeras lluvias; nos permitimos proponer que este asunto se someta al estudio del Estado Mayor Central, para que modifique la medida relativa a la altura del agua en Puentes Viejas, permitiendo que descienda paulatinamente el nivel de este embalse hasta que haya precipitaciones, o fijando una nueva cota, algo inferior a la actual”.


Presa de Puentes Viejas durante la Guerra Civil (Foto: CECAF)


En octubre de 1938, la Comandancia General de Ingenieros (sería la del Ejército del Centro) dirige un comunicado secreto a la Delegación del Gobierno de la República en los Canales del Lozoya.

“Desde el comienzo de la guerra, y en previsión de un ataque enemigo sobre los embalses del Lozoya, se pensó en tomar medidas que aseguraran el aprovisionamiento de agua de Madrid, habiéndose dispuesto las siguientes precauciones:

Presa de Puentes Viejas. Se ha instalado un dispositivo eléctrico de apertura de compuertas utilizable ante la circunstancia de tener que abandonar esta presa sin estar llena la del Villar. En este caso se vertería en esta última un gran volumen de agua, ya que el enemigo no podría cortar el caudal durante un buen rato. Para poder hacer la operación descrita se necesita operar desde la torre intermedia de la presa, razón por la que se ha trasladado a la misma un motor de 4 HP, se ha dispuesto la instalación del cable de baja y se ha colocado el interruptor correspondiente en la caseta del transformador. Por el contrario, a día de hoy todavía no se han tomado las precauciones necesarias para garantizar la protección contra el fuego de la artillería del cable que activa a distancia las compuertas de apertura, ya que este va tirado por una zanja de solo 30 centímetros de profundidad. El interruptor por contra sí ha quedado perfectamente protegido por el blindaje de la caseta del transformador, pero lo que carece de protección es la entrada de la línea eléctrica al transformador, resultando ineficaces todas las medidas que se pudieran tomar para abrir las compuertas si el enemigo, conociendo este punto débil, concentrara su fuego artillero sobre dicho punto.  

Presa del Villar. Las compuertas están fijas y sin vástagos a excepción de la que alimenta el canal. Los desagües han sido taponados por medio de muros de hormigón.

Canal Antiguo. En el caso de que la presa del Villar vertiera por efecto de la maniobra de Puentes Viejas (en este supuesto, por haberse perdido Puentes Viejas, se le habrían abierto las compuertas eléctricas, llegando al Villar tal cantidad de agua que rebosaría por encima del muro de la presa) se aprovecharía este caudal reteniéndolo en las presas de la Parra y Pontón de la Oliva, para lo cual se ha reparado el Canal Antiguo.

Enlace con Santillana. En previsión del caso de ocupación por el enemigo de las cabeceras de Canales del Lozoya, se han unido por medio de un canal descubierto, a la altura del kilómetro 11 de la carretera de Fuencarral a Colmenar Viejo, las conducciones de agua del Nuevo Canal (Canales del Lozoya) y el sifón de Santillana (Hidráulica de Santillana). Para ello se realizaron en el sifón de Valdegodinos (Colmenar Viejo)  obras de ampliación, consistentes en la instalación de una doble tubería de hierro fundido de 91,5 centímetros de diámetro y en la construcción de una caseta en la que debería instalarse una bomba de impulsión que permita aumentar el caudal en el sifón de toma del kilómetro 11. Como una  parte de estas precauciones están todavía sin llevarse a la práctica, ruego a V. E. que si lo estima oportuno, ordene que todas estas medidas se pongan en vigor y me informe de cualquier particularidad al respecto”.



Ernesto Viñas.