Iniciado julio de 1937, dentro del Ejército del Centro republicano, el límite entre sus cuerpos de ejército I y II estaba situado cerca de Las Rozas, concretamente entre la carretera de La Coruña y la esquina SO de El Pardo. Los citados cuerpos I (divisiones 1, 2 y 3) y II (divisiones 4, 6 y 18) tenían por misión defender sendos sectores definidos del frente, por lo que sus fuerzas no tomaron parte en la ofensiva de julio, sino que se mantuvieron fijas en sus trincheras, que en el caso del II cuerpo estaban en las cercanías y en el interior de la cuidad de Madrid. La operación ofensiva que conocemos como batalla de Brunete fue encargada por el Mando republicano a dos agrupaciones de fuerzas que se crearon el día 2 de julio con carácter temporal y solo para este fin específico: el Ejército de Maniobra (cuerpos de ejército V y XVIII) y el cuerpo de ejército de Vallecas.
El Ejército de Maniobra, del que hemos hablado en muchas ocasiones, contó como fuerzas de primera línea con seis divisiones, llevó el peso fundamental de la ofensiva y atacó partiendo desde posiciones pertenecientes al I cuerpo de ejército (zona de Valdemorillo a Colmenarejo).
El cuerpo de ejército de Vallecas, al que por fin le dedicamos un poco de nuestra atención, estuvo formado por las divisiones Gallo (brigadas mixtas 6, 7 y 21) y Bueno (brigadas mixtas 19 y 41), todas españolas. Su zona de ataque fue el barrio de Usera, que estaba incluido dentro del sector del II cuerpo de ejército, cuyos jefes superiores (tenientes coroneles Romero Jiménez y Otero Ferrer) lo eran también del recien creado cuerpo de ejército de Vallecas. Este último utilizaría para esta operación los servicios (sanidad, transportes, etc) pertenecientes al II cuerpo. Cuando se inició el ataque, a las 14 horas del día 6 de julio, las brigadas 21 y 41 estuvieron en las respectivas vanguardias de sus divisiones.
Como ya sabemos, la misión que se les encomendó al Ejército de Maniobra y al cuerpo de ejército de Vallecas fue la de romper las líneas franquistas que tenían delante y avanzar desde sus posiciones de partida hasta reunirse en el entorno de Leganés – Alcorcón, siendo el punto concreto de encuentro señalado el sanatorio de San José, que todavía existe y está pegado al actual barrio de La Fortuna, junto a la M – 40. En el caso del cuerpo de ejército de Vallecas, la orden que recibió del EMC fue la de empujar el frente del II cuerpo de ejército desde el río Manzanares hasta el arroyo de Butarque. Encontrándose cerca de Alcorcón, ambas agrupaciones republicanas estarían dejado encerradas dentro de una bolsa a las fuerzas enemigas que asediaban Madrid, las cuales, una vez aisladas de su retaguardia, podrían ser derrotadas o forzadas a rendirse en un tiempo relativamente corto. Aparte de este propósito principal, mediante esta maniobra de cerco el Mando republicano esperaba también poder poner fin a los bombardeos que la artillería franquista hacía diariamente sobre los barrios populares y la línea del frente urbano, causando una gran destrucción en los edificios y la muerte de muchos civiles, lo que constituía un crimen de guerra que prácticamente no tenía precedentes hasta entonces.
Dentro del panorama general de los preparativos para la ofensiva de julio, que como dijimos se lanzaría el día 6, uno de los muchos aspectos que se debieron planificar cuidadosamente fue el relativo a la evacuación y atención a los combatientes heridos, que se esperaban por cientos cada día. El frente del II cuerpo, en la zona donde debía atacar el cuerpo de ejército de Vallecas, estaba a pocos cientos de metros de la calle Antonio López y del inicio de la carretera de Andalucía. Los primeros objetivos de los republicanos, los mejor defendidos y más difíciles de tomar, estaban por tanto dentro del barrio de Usera y pegados a la carretera de Toledo. Esto supuso que la zona de los principales combates fuese el espacio existente entre el río Manzanares y la zona cercana a la actual plaza Elíptica, que entonces era semi urbana. Para atender las bajas previstas en el cuerpo de ejército de Vallecas se reservaron los hospitales del II cuerpo de ejército: los de la división 4 (en la plaza de Mariano de Cavia), división 6 (en La Elipa) y división 18 (calle Cartagena 121). Si las comparamos con las del Ejército de Maniobra, las evacuaciones de este sector resultarían más cortas y sencillas, lo que sin duda ayudó a salvar la vida de muchos heridos.
Es necesario señalar que si esta ofensiva republicana es conocida como batalla de Brunete es porque no se llegó a materializar el cerco antes mencionado y porque en la zona del cuerpo de ejército de Vallecas los combates solo duraron cuatro días (del 6 al 10), mientras que en el otro sector, entre el Guadarrama y el Perales, estos se prolongaron durante 20 jornadas. En Usera los republicanos atacaron reiteradamente el vértice Basurero, el cerro Blanco, el Ventorro de los Pájaros y la carretera de Toledo, pero no consiguieron romper las líneas enemigas por ninguno de estos puntos, y mucho menos alcanzar su retaguardia.
Seguramente en futuros artículos volveremos a intentar relatar las operaciones que sostuvieron las divisiones de Gallo y Bueno empleando finalmente a las brigadas 7, 19, 21, 36, 41, 42, 43 y 49, pero ahora nos conformaremos solo con intentar sacar del olvido a uno de los tres centros sanitarios antes mencionados: el entonces hospital de la 18 división, situado en la calle Cartagena 121, cercano por tanto a la actual Avenida de América. Hoy este hospital sigue existiendo como clínica privada Quirón San José, de Cartagena 111, últimamente famosa por la relevancia de alguno de sus pacientes.
El informe que terminada la ofensiva elaboró el jefe de los servicios sanitarios del cuerpo de ejército de Vallecas (parece que su nombre era Ramón Roldán) dibuja un marco general de medios disponibles siempre escasos en relación con las necesidades calculadas. En esta memoria se afirma que, justo antes del inicio de la ofensiva, el hospital de la 18 división era el más importante de los tres que dependían directamente del II cuerpo de ejército, pues disponía de 250 camas y de dos equipos quirúrgicos aptos para atender heridos graves (habría entonces 28 hospitales militares o "de sangre" en Madrid).
Cada uno de estos equipos quirúrgicos podía operar a un herido grave o a dos leves cada hora, y su capacidad de trabajo ininterrumpida se calculó en ¡30 horas!, explicadas por el entusiasmo y juventud de los cirujanos y los asistentes que los formaban. Aún así, se concluyó que la capacidad conjunta para realizar intervenciones quirúrgicas de los tres hospitales divisionarios, aún exigiéndose a los equipos hasta la extenuación, era muy inferior a la requerida para atender las bajas previstas (calculadas en 1.150 a 1.250 entre heridos leves, heridos graves y muertos solo el primer día de lucha), por lo que se hizo necesario reforzar las capacidades de los tres hospitales. Al de la 18 división, del que sabemos que contaba con el doctor Cienfuegos, fue agregado el doctor Sánchez Bresmes y los capitanes médicos Chamorro y Damia (o Denia). Se dispuso también que, si estos tres centros divisionarios se veían desbordados, los heridos debían ser trasladados al hospital militar nº 4 (antiguo hospital Provincial, actual centro de arte contemporáneo Reina Sofía, situado en Atocha).
Para realizar los traslados necesarios desde la línea de fuego a los puestos de socorro de los batallones y puestos de clasificación de las brigadas se contaba con los camilleros y sanitarios de las brigadas y sus unidades subordinadas. Los posteriores traslados entre los puestos de clasificación y los hospitales (distantes una media de 6 kilómetros) quedaron en principio a cargo de 25 ambulancias, 8 coches ligeros y 4 autocares, que juntos tenían capacidad para realizar 2.158 evacuaciones diarias.
En ruta hacia el hospital de la 18 división, una vez que las ambulancias que partían de los puestos de clasificación alcanzaban la plaza de Legazpi, debían circular por el paseo de Delicias, la glorieta de Atocha, el paseo del Prado, Recoletos y Castellana hasta su cruce con López de Hoyos (donde está la estatua de Castelar) y por esta última calle, seguir hasta Cartagena 121 (actual 111). Se asumía que el tráfico diurno de todas estas ambulancias con un recorrido pautado causaría dos grandes inconvenientes: atraería el fuego de la artillería enemiga y afectaría a la moral de los madrileños que contemplaran el reguero de heridos evacuados, pero la prioridad absoluta para el Mando de la sanidad militar era acortar al máximo el tiempo que mediaba entre la recogida del herido en la línea de fuego y su entrada al quirófano, pues de eso podía depender su vida. Estaba previsto que el hospital de la 18 división recibiera solo heridos graves, preferentemente de la 41 brigada mixta, y si resultaba necesario, los del mismo tipo de las brigadas 6, 7 y 19.
Además de los informes de los otros escalones sanitarios, los directores de cada hospital divisionario tendrían que remitir al Mando cada dos horas un parte con el número de heridos ingresados, especificando cuantos habían sido ya asistidos y cuantas camas quedaban vacantes. En partes diferenciados se debían consignar los automutilados recibidos (lo que interesaba a la justicia militar) y los heridos evacuables de inmediato, que estarían divididos en dos categorías: recuperables en menos de 10 días y recuperables en más de 10 días, lo cual determinaba cual sería su nuevo hospital de destino.
Cuando el día 10 de julio el Mando republicano decidió suspender la acción a cargo del cuerpo de ejército de Vallecas para concentrarse en la dura batalla que estaba teniendo lugar en torno a Brunete, seguramente los hospitales de las divisiones 4, 6 y 18 empezaron a atender también heridos pertenecientes al Ejército de Maniobra, que por su número y gravedad ya estaban llegando a todos los centros disponibles en Madrid. Seguramente el mes de julio de 1937 fue uno de los más difíciles y exigentes de toda la guerra para la sanidad militar republicana de Madrid, ya que el número de bajas de todas las unidades, ya estuvieran implicadas en la batalla de Brunete o en la cobertura de los sectores próximos, posiblemente se acercaron a las 30.000, lo que da una idea de la magnitud del drama que se vivió en la retaguardia de las zonas de combate y del monumental esfuerzo que desplegaron quienes formaban parte del servicio sanitario militar. En la memoria del jefe de la sanidad del cuerpo de ejército de Vallecas se valora que los tres hospitales divisionarios desempeñaron perfectamente la gigantesca labor que la ofensiva propia les impuso, lo que significó por ejemplo que solo durante los primeros cuatro días de combates tuvieran que hacerse cargo de cerca de 1.800 bajas provenientes del sector de Usera.
Hoy el actual hospital privado de la calle Cartagena 111 parece técnicamente puntero y seguramente tiene equipo, profesionales y tiempo de sobra para atender de la mejor manera a sus actuales pacientes (¿o deberíamos llamarlos clientes?). Lo que no tiene este centro es ni una simple placa en su fachada que mencione el vínculo que une a su edificio más antiguo con la guerra civil y con la defensa de Madrid, o los nombres de los cirujanos que seguramente batieron todos los record de la profesión salvando vidas y recomponiendo cuerpos heridos por la metralla, las balas o las quemaduras. A pesar de esto, es posible que muchos de nosotros conozcamos este hospital. Fue el lugar donde hace poco tiempo decenas de periodistas y cámaras hacían guardia durante horas en su puerta aguardando el último parte médico del ciudadano Juan Carlos de Borbón, anterior rey de España, quien tenía entonces mal la cadera por haber sufrido varios accidentes laborales esquiando y una desafortunada caída mientras cazaba elefantes en África.
Los tiempos cambian continuamente, y la memoria republicana que habita en tantas esquinas de Madrid no se pierde, sino que inesperadamente sigue saliendo a la luz a pesar de los esfuerzos por borrarla hechos durante la dictadura, la Transición y los años presentes.
Quien sabe si esa memoria resistente nos traerá inspiración...
Ernesto Viñas y Sven Tuytens.
Para leer más sobre este tema podeis entrar en "Primer Ejército de Maniobra" y acceder a las monografías que tratan sobre el cuerpo de ejército de Vallecas y la Sanidad Militar republicana durante la batalla de Brunete.