miércoles, 9 de noviembre de 2022

La sanidad militar en el frente de Madrid y la zona Centro a lo largo de la GCE. Campos republicano y franquista. 4ª parte

 

Compartimos la 4ª entrega del trabajo “La sanidad militar en el frente de Madrid y la zona Centro a lo largo de la GCE. Campos republicano y franquista” de nuestro compañero Ernesto Viñas. Este capítulo intenta completar, en base a la documentación encontrada, el panorama de la sanidad republicana en la zona Centro desde el final de la batalla de Brunete hasta el final de la guerra, prestando una atención especial a la situación de Madrid en relación con sus abastecimientos y vías de comunicación.

Para completar este trabajo sobre los hospitales de sangre y la sanidad en la zona Centro están previstas cuatro monografías más, que irán apareciendo en este blog a medida que estén listas. En cuanto a las tres ya publicadas anteriormente, tienen ahora ciertas correcciones y retoques que se hicieron necesarios a medida que fuimos conectando ideas y accediendo a nueva documentación.

Como queda tanto por conocer, recordamos que la reconstrucción de esta  historia se hará mejor si conseguimos que sea una tarea colectiva y compartimos cualquier información sanitaria disponible sobre este periodo.

Agradecemos la colaboración de cuantos nos han aportado su ayuda y esperamos que este nuevo capítulo sea de vuestro interés. Un saludo cordial de Brunete en la Memoria. 

 



martes, 14 de junio de 2022

Lo que vimos en la apertura de una fosa en Brunete. El futuro que puede traer

 

En mayo, muy cerca de cumplirse 85 años de la doble ofensiva republicana de julio de 1937 que terminó llamándose batalla de Brunete, en los trigales de ese mismo municipio, al borde de un camino entre taludes, por fin se localizó y abrió de forma apropiada el primer lugar de enterramiento de combatientes de este enorme campo de batalla. Esta fue también una de las primeras fosas (si no la primera) de este tipo que se abren en toda la Comunidad de Madrid. El trabajo lo realizó Arqueoantro, y detrás y junto a ellos, facilitando que esto pasara, estuvo la implicación y el apoyo a la memoria democrática de tantas personas, que es más apropiado decir que fue una parte de la sociedad. Desde el punto de vista de nuestro colectivo, lo que se ha hecho en mayo en Brunete ha sido emocionante y un acto de justicia. Ahora, lo que hay que conseguir, es que esto marque un hito que cambie decididamente la percepción y la política de (des)memoria actualmente vigentes en Madrid.    

 


Antes de que la primera espátula o azadón en manos de una arqueóloga, arqueólogo o antropólogo de Arqueoantro tocara el talud, durante años, existió localmente un trabajo silencioso y constante de muchos vecinos que terminó por dar resultados. Ese esfuerzo consistió sobre todo en una observación permanente del terreno, en la escucha y memorización de los testimonios de las personas más mayores y en el estudio y la lectura de todo lo relacionado con la batalla de Brunete. Con todo lo anterior en la cabeza, much@s  hacían cada salida campestre o paseo con su mascota cavilando y observando. En Brunete y su comarca hay quien camina mirando al suelo en busca de manchas de óxido o al relieve cercano adivinando ondulaciones extrañas o cualquier señal de intervención humana distinta a la agricultura. Estos historiadores vocacionales de la guerra civil y enamorados de sus municipios fueron los que han descubierto e impulsado la excavación de la fosa de combatientes republicanos cuya primera fase acaba de terminar.

Víctor ya nos dijo hace bastantes años que de un talud parecían salir dos tibias, y en 2022 nos volvió a recordar que los conejos que tenían sus madrigueras en ese mismo desnivel continuaban sacando pequeños fragmentos de hueso que podrían ser humanos. La transmisión de estas noticias funcionó bien y de inmediato lo supieron Javier y Jesús, de Arqueoantro. Para que se pudiera iniciar la excavación, hizo falta el tiempo que la administración regional de Madrid necesitó para tramitar los permisos requeridos y asumir, suponemos que superando sus propias fobias y prejuicios, que hay una ley de memoria histórica en vigencia y otra mejor en proyecto. El modesto presupuesto que cubría una intervención de una semana de las y los trabajadores de Arqueoantro vino de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y fue completado con otra aportación del municipio de Brunete. 

Nadie mejor que la gente de Arqueoantro para contar (ver los enlaces que aportamos) cómo encararon y llevaron adelante el trabajo que permitió descubrir y exhumar los cuerpos incompletos de unos 5 o 6 combatientes que  pertenecieron al Ejército popular. Quienes los estuvimos acompañando durante distintos periodos de los diez días de trabajo, vimos una intervención metódica, respetuosa y muy eficiente por parte de un personal con alta cualificación y vocación. Otra cosa que nos gustó mucho, es que la zona de trabajo estuvo abierta a las miradas y a las preguntas de quienes paseaban por el camino, así como a la participación de quienes quisieron implicarse echando una mano. Aquí no solo se empezó a restaurar la identidad y la dignidad de los combatientes yacientes y el derecho de sus familias a encontrarlos, sino que todo se hizo con las puertas abiertas a la sociedad, buscando al máximo ser vistos y que se descubrieran las razones y pormenores de este trabajo. No se nos ocurre un mejor enfoque para empezar a compensar o corregir  85 años de guerra, represión, silencio y desmemoria.   

Quizás por estar en Madrid (sede de distintas administraciones y comunidad sin antecedentes de actuaciones similares) y en Brunete (un nombre tan directamente asociado a una gran batalla), la excavación recibió una importantísima atención por parte de representantes políticos y medios de comunicación. Entre los primeros estuvieron, en todos los casos con perceptible interés e implicación personal, el Secretario de Estado de Memoria Democrática y su equipo de colaboradores, un diputado y una diputada del PP de la Asamblea de Madrid, la Delegada del Gobierno en Madrid y el alcalde y distintos concejales del Ayuntamiento de Brunete. En cuanto a medios de comunicación, recordamos a El Salto Diario, RadioActivas en Radio 5 y La Cope (los dos primeros ya nos han hecho llegar sus trabajos publicados; el tercero, no). También aportaron su trabajo al menos dos directores o equipos documentalistas. Hubo presencia además, en el momento inicial, de la autoridad judicial y en distintos momentos, de diferentes miembros de las fuerzas de orden público en desempeño de sus funciones. Destacó en este último apartado la participación de un equipo de desactivación de explosivos de la Guardia Civil, que tuvo que hacer la voladura controlada de una granada de mano que apareció en la excavación. Junto a todas estas personas con representación y responsabilidades públicas, hubo también casi siempre un grupo de voluntarios y visitantes que derrocharon interés y ganas de cooperar de distintas formas, ya fuera moviendo carretillas, cribando arena, haciendo fotos, grabando en video o trayendo agua fría para combatir el calor que se apoderó de la zona a partir del tercer día. Por último, Brunete en la Memoria estuvo invitado a participar por Arqueoantro para cooperar en la interpretación de los restos que fueran apareciendo y para determinar y comunicar todo lo referente al contexto histórico y militar.

Una mención especial merece la presencia mediados los trabajos de una delegación de un sindicato de electricistas noruegos. Con una clara conciencia antifascista e internacionalista, no solo reivindicaron con su visita el valor y la legitimidad del régimen republicano, sino que nos recordaron que en pleno siglo XXI, durante la etapa de gobiernos de derecha recientes, fueron las aportaciones voluntarias de sus afiliados las que permitieron seguir excavando fosas comunes en España. Lástima que los sindicalistas noruegos no coincidieran con alguno de los principales representantes políticos que también pasaron por Brunete; hubiera estado bien oírles debatir acerca del papel fundamental e intransferible que el Estado debe jugar en las exhumaciones y en la atención a las familias de combatientes desaparecidos.      

La zona de talud cercana a Brunete por el oeste y a la carretera a Chapinería por el norte que se excavó parcialmente, creemos que fue ocupada por los republicanos en la mañana inicial de la ofensiva (el 6 de julio de 1937), constituyendo durante toda la batalla una posición muy cercana a la primera línea. Las cavidades que se volvieron a vaciar fueron hechas a pico, bayoneta y pala sobre la marcha y sirvieron durante 20 días para proveer de un precario resguardo a los combatientes frente al fuego aéreo y artillero franquista y frente al sol, que también caía a plomo sobre un paisaje apenas ondulado y con escasísimos relieves o accidentes protectores. Nos llamó la atención la poca profundidad de estos abrigos, y pensamos que junto a estos, debieron existir otros más hondos, verdaderas cuevas, que todavía no han sido descubiertos. Siempre según nuestra interpretación, los ¿6? cuerpos incompletos y anatómicamente desconectados que aparecieron en cuatro cavidades y en la entrada a una trinchera pertenecen a combatientes de la 108 brigada mixta de la 35 división, mandada por Walter y formada por las brigadas XI internacional, 32 y 108. Esta división tenía su sector entre la 11 de Líster y la 46 del Campesino, constituyendo las tres divisiones el V Cuerpo de ejército,  con el mayor de Milicias Juan Modesto al mando desde Santa Ana y Pico y Pala, en Valdemorillo.

Durante los primeros 18 días de batalla (fueron 21), la existencia de los soldados en esos resguardos excavados y su entorno pasó por fases de peligro extremo bajo los bombardeos artilleros y aéreos y por otras de tranquilidad relativa, cuando el combate a distancia y los intercambios de fuego artillero decaían. Noches cortas y días largos y calurosos ocupados en fortificar, combatir, abastecerse tanto como fuera posible, guardarse del fuego enemigo, encontrar y economizar agua, evacuar bajas, completar la instrucción, recibir refuerzos y estar continuamente pendientes tanto de los movimientos de las fuerzas franquistas enfrente como de la situación de las fuerzas propias en los flancos. El 18 de julio la 35 división aguantó fuerte presión sin moverse de sus posiciones y el 23 todavía más. El 24 de julio, probablemente los mismos combatientes cuyos cuerpos fueron recuperados vieron como las fuerzas franquistas asaltaban y ocupaban Brunete en torno al mediodía, amenazando desde allí su flanco izquierdo. En el sector de la 108 brigada la lucha fue encarnizada ese día y sobre todo el 25, cuando a los atroces bombardeos aéreos y artilleros ya conocidos se añadieron los duros asaltos de la infantería de la 13 división franquista sobre el cementerio y su entorno.

El mejor testimonio que conocemos sobre la resistencia republicana al oeste inmediato de Brunete se lo tenemos que agradecer al hijo de uno de los comandantes de batallón de la 108 brigada mixta, que con casi 90 años y desde Francia, nos envió hace ya varios años una copia del diario de su padre. En un panorama marcado hasta hace poco por el desinterés y  descompromiso de las administraciones, la memoria custodiada por este familiar nos permite imaginar cómo debieron ser las últimas horas de esos soldados y mandos que murieron en su puesto de combate. Nadie mejor que el propio comandante del 429 batallón de la 108 brigada mixta para transmitirnos lo que allí se vivió (ver texto aquí). Por nuestra parte, solo podemos añadir que el realismo y la dureza de ese relato se vieron respaldados por un hallazgo arqueológico que probaría que la lucha en ese lugar se sostuvo hasta la muerte. Se nos pusieron los pelos de punta cuando quedaron desenterrados los huesos de una mano y un antebrazo izquierdos que estaban seccionados del resto del brazo por una fractura traumática (se veían los fragmentos de hueso partido) mientras que la mano apretaba todavía una bala entera, seguramente destinada a recargar un fusil Mosin.   

No obstante todas las evidencias de una lucha cruenta, las explosiones que afectaron a esos jóvenes combatientes y los daños visibles que provocaron en sus cuerpos, parecen no ser el único motivo que explica la gran desconexión anatómica que mostraban los esqueletos cuando fueron recuperados. Podría haber también otras dos causas. Después de escuchar y grabar muchos testimonios acerca de cómo se vivió y sobrevivió durante el periodo de posguerra, estamos convencidos que los refugios excavados fueron revisados y removidos por metralleros (buscadores de chatarra bélica, para ganar un jornal) durante los años 40. Armados con azada, pala y pértiga para intentar dar esquinazo a la miseria, es muy probable que personas de esa condición removieran  los huesos semienterrados desde el verano de 1937 y se llevaran parte del equipo militar que les quedara, mientras que otra parte no fue descubierta, saliendo a la luz ahora (casco Adrian, granada de mano, bayoneta, equipo sanitario, munición, etc.). La otra causa que explica el desorden de los huesos encontrados es la acción de los conejos, que al hacer durante décadas  madrigueras cruzadas y superpuestas en el talud, fueron removiendo los obstáculos con los que tropezaban. El trabajo de laboratorio que actualmente está haciendo el equipo forense sobre los restos humanos hallados seguramente nos dará mucha información sobre todas estas circunstancias.

Especialmente pendientes de esas conclusiones estarán decenas de familias con sus “abuelos” (de los dos ejércitos enfrentados) desaparecidos en la batalla de Brunete. Varias de ellas ya se han puesto en contacto con Arqueoantro o con nosotros pidiéndonos instrucciones para hacerse una prueba de ADN. Esta demanda social, 85 años después de esas muertes violentas, habla por sí sola acerca del grado de desentendimiento que la democracia ha tenido con las familias de víctimas de la guerra civil y del franquismo, un menosprecio que en el caso de los deudos de republicanas y republicanos, se suma a los 40 años previos de trato inhumano por parte de la dictadura.

Hemos contemplado en directo cómo hay que comportarse con los desaparecidos en combate y cómo se puede ayudar a las familias a sentirse comprendidas y amparadas por un Estado que tiene una gran deuda con ellas. Desde Brunete en la Memoria animamos a crear conciencia social sobre la necesidad de atender a esta situación con mayor esmero, recursos y grado de prioridad. Pedimos que todo lo que los representantes políticos expresaron a pie de fosa, tenga un traslado a las decisiones concretas y operativas en todos los escalones de la administración, y que también en Madrid, se cumpla con todo lo dispuesto en la ley de memoria histórica vigente. Además, pedimos a la mayoría parlamentaria que gobierna o que permite hacerlo, que la nueva ley de memoria democrática que parece atascada o en eterna fase de proyecto, sea aprobada y puesta en marcha durante esta legislatura.

Para terminar, queremos insistir sobre dos prioridades que no están siendo atendidas con la intensidad que corresponde: es necesario que el Estado aborde un trabajo integral y urgente dirigido a crear una base de datos documental única que permita rastrear las identidades, las biografías de guerra y el destino último de todos los combatientes y personal civil vinculado mencionados en miles de documentos conservados en archivos y registros civiles. Por otra parte, hay que crear un registro a nivel estatal con el ADN de las familias que han emprendido búsquedas para permitir identificar al mayor número posible de combatientes y víctimas de la represión que se están rescatando de fosas y cunetas. Esto es especialmente necesario en el caso de los combatientes.    

Esperamos que pronto se pueda continuar con una nueva fase del trabajo iniciado en mayo en Brunete.

Gracias por vuestra atención. Un saludo cordial de Brunete en la Memoria.   

 

 
 
 
  




                                 

 

viernes, 22 de abril de 2022

La sanidad militar en el frente de Madrid y la zona Centro a lo largo de la GCE. Campos republicano y franquista. 3ª parte


Compartimos con todos vosotr@s el tercer capítulo del trabajo que nuestro compañero ErnestoViñas está haciendo sobre los hospitales y la sanidad militar en los campos republicano y franquista en la zona Centro a lo largo de toda la guerra civil.

Esta nueva entrega está centrada en los hospitales de división, de cuerpo de ejército y en los grupos (o agrupaciones) de hospitales del Ejército republicano. Estas nuevas categorías permitieron la superación, por etapas, del nivel de hospital de brigada, que se había generalizado coincidiendo aproximadamente con la batalla del Jarama. Cuando estuvieron consolidados, tanto los hospitales de los cuerpos de ejército como las agrupaciones de hospitales, permitieron culminar el proceso de organización, racionalización y militarización del Servicio de Sanidad Militar del Ejército popular.

Este trabajo abarca básicamente el periodo que va desde mayo de 1937 hasta el final de la guerra y está centrado en las provincias de Toledo, Madrid, Guadalajara y Cuenca. Siendo este un tema en el que aún queda muchos documentos por investigar y muchos municipios por visitar, por ahora aspiramos al menos a dar un panorama general acerca de la organización y las preocupaciones de la sanidad republicana en esta amplia zona a cargo del Ejército del Centro. Asumimos que queda mucho por descubrir en este aspecto fascinante del esfuerzo de guerra republicano y animamos a que el  trabajo siga siendo colectivo.

Al inicio del capítulo aparecen varios enlaces a mapas, y al final, un índice de los que previsiblemente serán los próximos capítulos, que llevarán tiempo, pero irán apareciendo en este mismo blog.

Si en algún momento queréis colaborar mediante una pequeña aportación económica voluntaria a que las investigaciones en los diferentes archivos resulten más rápidas y viables, podéis hacer un Bizum al número 659007790. Para cualquier duda, del tipo que sea, ese mismo es nuestro teléfono de contacto.

Gracias por vuestra atención. Un saludo cordial de Brunete en la Memoria.      

lunes, 21 de febrero de 2022

Un T-26 en Navalagamella




Hace unos 10 días, sobre una plataforma construida junto a la carretera principal que atraviesa Navalagamella, ha sido instalado un carro de combate soviético T-26; todo apunta a que sería uno de los que en la guerra civil sirvió en el Ejército popular. Se calcula que a lo largo de toda la guerra, fueron unas 300 unidades de este modelo las que recibió el Gobierno republicano. En las sucesivas batallas, un buen número de estos tanques, entre los mejores del mundo en su tiempo, resultaron destruidos, mientras que otra cantidad apreciable logró ser capturada en condiciones de uso por el Ejército sublevado. En cualquier caso, con el triunfo de las fuerzas franquistas y el final de la guerra civil, todo el material bélico en manos del ejército vencido que no pudo cruzar a Francia pasó a manos del vencedor, como lógico botín de guerra. En adelante, y hasta que en los años 50 la dictadura de Franco recibió nuevo material bélico de USA (su siguiente gran aliado tras la derrota de los fascismos alemán e italiano), los T-26 soviéticos constituyeron una parte sustancial de los medios acorazados del Ejército español. 

Durante la guerra civil, por el hecho de que el mismo modelo de tanque estuvo en los dos ejércitos enfrentados, y posiblemente también por razones propagandísticas, los T-26 franquistas fueron pintados con una visible bandera bicolor en la parte posterior de la torreta y en los laterales del cañón, así como un aspa negra sobre fondo blanco en la escotilla de la torreta. El origen de este aspa, que originalmente nació de la necesidad de identificar a los aviones de los sublevados desde el propio 18 de julio, podría ser una alegoría a la cruz de Borgoña, pero es más factible que representara una tachadura de la bandera tricolor republicana existente en el timón de cola de todos  los aviones de caza, observación y bombardeo de la aviación militar española. Volviendo a los tanques, cuando terminó la guerra y todas las unidades existentes en el país pasaron a las mismas manos, con la excepción del aspa, esas llamativas identificaciones visuales destinadas a evitar el fuego amigo fueron cubiertas nuevamente con pintura verde de camuflaje. Los carros de combate T-26 y BT-5 y los blindados BA republicanos que sobrevivieron a la guerra civil estuvieron en servicio de ese modo hasta por lo menos 1953, cuando fueron enviados a la chatarrería.

Considerando todos estos antecedentes, lo que hoy podemos ver sobre la plataforma del lateral de la carretera M-510  a su paso por Navalagamella, es un T-26 en perfecto estado de conservación y que parece recién (re)pintado con la caracterización propia de los carros capturados y utilizados durante la guerra por el Ejército sublevado. El alto grado de rigor histórico con que trabajan quienes en el Ejército restauran las escasas y valiosísimas piezas de armamento de la guerra civil que aún perduran, nos lleva a pensar que la unidad de T-26 expuesto en Navalagamella debió ser uno de los pocos que, en lugar de entrar en 1939 en el servicio activo, pudo quedar expuesto como trofeo y recuerdo de la victoria franquista en el patio o la puerta de un cuartel o de un ministerio. Si hace poco tiempo se ha pintado así, aunque rechazamos esta elección, tiene que ser porque debajo de la nueva pintura del T-26 que nos ocupa hay otra exactamente igual, debajo de la cual a su vez estará todavía el verde de los tanques soviéticos y las identificaciones propias del Ejército popular.      

Teniendo esto en cuenta, para nosotros, lo que hay en Navalagamella desde hace dos semanas, no es solo un carro de combate que nos recuerda la batalla de Brunete y el importante esfuerzo que está haciendo este municipio para no olvidar su historia. Lo que el equipo de gobierno municipal ha solicitado o recibido del IHCM (Instituto de Historia y Cultura Militar) y colocado en un espacio público es, para muchos ciudadanos que atendemos al valor simbólico de las cosas, un elemento que (salvo que se aporte una explicación convincente) reivindica el golpe de Estado de julio de 1936 y por extensión, también al régimen al que este dio lugar. 

Con una ley de Memoria Histórica en vigencia y un nuevo proyecto de ley de Memoria Democrática cercano a ser tramitado y aprobado, en nuestro colectivo hay dos cosas que no entendemos de la actuación conjunta del IHCM (dependiente del Cuartel General del Ejército de Tierra y suponemos que de alguna manera, también del Ministerio de Defensa) y del Ayuntamiento de Navalagamella. 

Por un lado, asumiendo que debe ser escasísimo el número de carros de combate T-26 remanentes de la guerra civil, nos cuesta entender que si se dispone de una única pieza en perfecto estado, se prefiera restaurar la pintura  de la etapa de botín de guerra en lugar de la del periodo republicano, que sin duda es más representativa y acorde con la historia de este tanque. Solo si existieran más T-26 en los talleres del Ejército en proceso de restauración, para nosotros sería explicable que a este se lo hubiera restaurado del modo que conocemos. Por otro lado, independientemente de la opción de restauración de la pintura elegida, desde Brunete en la Memoria cuestionamos el acierto de situar en la vía pública un tanque tuneado por el franquismo. Más si recordamos que en Madrid, el proceso de recuperación de la memoria histórica está en pañales porque soporta la frontal oposición de buena parte de la derecha regional, la misma que difícilmente comprende y acepta ciertos valores democráticos ya consagrados por nuestras leyes.  

Quienes apreciamos el trabajo hecho en la restauración de los conjuntos de fortines de la entrada de Navalagamella y en las posiciones de Degollados y la Peña, pero no aceptamos la exaltación del franquismo mediante la exhibición de una pieza de botín de guerra, pedimos que se repiense el destino de este T-26 republicano, que fue pagado con el Tesoro español por el Gobierno legítimo para defender el orden constitucional vigente en 1936. Como dato circunstancial, decir que la plataforma sobre la que está situado se encuentra en el Paseo de la Legión Española, el mismo que hasta esta legislatura, se llamaba Paseo del Romeral. 

Porque el T-26 del que hablamos es una pieza impresionante del patrimonio histórico nacional y colectivo, pedimos que se aborde un debate acerca de a dónde queremos llegar exponiéndolo. En nuestra opinión, en primer lugar es fundamental velar por el cumplimiento de la ley vigente y hacer justicia a la memoria de quienes perdieron la vida, la salud, los bienes o la libertad defendiendo a la II República. Por esta razón, nos parece que si el T-26 pertenece al Ejército o al Ministerio de Defensa, las condiciones de exhibición y cesión a Navalagamella deberían contar con la opinión favorable de la Dirección General de la Memoria Democrática, a la cual desde aquí pedimos su valoración. Por otro lado, rogamos a quien corresponda, que se esmeren las medidas destinadas a evitar una eventual vandalización o deterioro de este carro de combate, expuesto en un lugar muy vistoso pero poco transitado y a la intemperie. 

Para terminar, también queremos pedirle al equipo de Gobierno local de Navalagamella que explique bien qué proyecto de musealización tiene en mente, y que tenga siempre presente la pluralidad política e ideológica de nuestra sociedad a la hora de promover la conservación, el conocimiento y la divulgación de la batalla de Brunete. Su trabajo en este sentido puede merecer críticas y reconocimientos, pero sobre todo, es heredero de una iniciativa que tiene su origen en el esfuerzo de distintas asociaciones, colectivos e investigadores y de gobiernos locales de signo político muy diferente al actual. Hasta hoy, en la trayectoria de este esfuerzo nos podemos ver todos representados. Pedimos que esto no se tuerza.     

Gracias por vuestra atención.  

Brunete en la Memoria