Foto aportada por John Kiszely
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Un general
británico retirado, Sir John Kiszely, puede haber identificado en su casa la
última fotografía, ya fallecida, de la primera mujer fotoperiodista caída en el
campo de batalla, Gerda Taro. Hijo de un médico híngaro, Janos Kiszely, que
sirvió con la Brigadas Internacionales, Kiszely compartió hace poco en Twitter
una fotografía de su padre atendiendo a una mujer, aparentemente muerta durante
la batalla de Brunete, en 1937.
Más tarde, coincidiendo con el 80 aniversario de esa batalla, pudimos ver por primera vez una fotografía hecha por el belga Mathieu Corman que mostraba, ya en 1938, el automóvil que trajo a Gerda Taro en su último viaje al campo de batalla de Brunete. Casi simultáneamente la revista de fotografía FV publicaba el certificado de defunción de esta fotoperiodista, otro documento de alto valor histórico que fue redactado en noviembre y no en julio o agosto de 1937, como cabía esperar. Cada uno de estos tesoros documentales ha permitido ir conociendo algo más de la historia de los últimos días de vida de Gerda, inmersa junto a miles de combatientes en la ofensiva republicana de julio de 1937 al pie de la sierra de Madrid.
Adverso de la foto aportada por John Kiszely |
Hospital militar en Torrelodones
Siguiendo en esta
dinámica de nuevos hallazgos, hace solo dos días reapareció otra fotografía, dramática,
nítida y de gran calidad, que muestra al médico internacionalista Dr. Janos
Kiszely limpiando el rostro ensangrentado del que parece ser el cuerpo sin vida
de Taro. Tan importante como esta única foto conocida de Gerda muerta, nos
parece la anotación manuscrita en el reverso, que sitúa la escena en Torrelodones
y no como cabía esperar, en uno de los tres hospitales militares republicanos
que entonces funcionaban en El Escorial. En este último lugar, según el
testimonio de una enfermera que la
atendió, fue donde el 25 de julio recibió
tratamiento médico por las gravísimas heridas recibidas tras resultar arrollada
por un carro de combate propio entre Villanueva de la Cañada y Valdemorilo
mientras la aviación alemana bombardeaba durísimamente el entorno de Brunete y
su cementerio. El Escorial sería también el lugar donde moriría Gerda un día
más tarde.
Camino de las ambulancias
Bajo nuestro punto de vista, no hay contradicción
entre la muerte de Gerda en El Escorial y esta nueva foto del que sería su
cuerpo en Torrelodones; ambas cosas pueden ser perfectamente compatibles a la
vista de cual era la red de evacuación de bajas que había establecido el
Ejército de Maniobra (cuerpos de ejército V y XVIII) mandado por el general
Miaja para la ofensiva republicana de julio de 1937. Según el plano de
carreteras y sentidos de circulación que hemos encontrado por duplicado en los
archivos militares de Ávila y Madrid, las evacuaciones de combatientes entre El
Escorial (sede de los hospitales del V cuerpo de ejército, uno de los cuales
atendió a Taro) y Madrid (destino final de los heridos transportables y de una
parte de los muertos) pasaban inexcusablemente por Galapagar y Torrelodones
antes de dirigirse a Madrid por Hoyo de Manzanares, Colmenar Viejo y El Goloso.
A Torrelodones, atravesando El Pardo, también llegaban las ambulancias vacías
procedentes de Madrid en su camino de vuelta hacia el campo de batalla.
Si creemos en lo que
dice el reverso de la foto, el local sanitario situado en Torrelodones donde se
tomó esta imagen podría haber estado en uno de estos tres lugares dependientes
de la sanidad militar del XVIII cuerpo de ejército: en el puesto de clasificación
y distribución de heridos situado en Villa Julia, a 800 metros del paso a nivel
ferroviario; en Villa Solana, en donde funcionaba un hospital con tres equipos
quirúrgicos y 40 camas, o en la finca El Tomillar, situada en el kilómetro 21
de la carretera a Hoyo de Manzanares, donde radicaba un depósito de material médico
y de ambulancias y que, por su proximidad al Canto del Pico (sede del alto
mando republicano) y a la principal vía de evacuación, pudo ser también el
eventual puesto de mando sanitario de todo el Ejército de Maniobra. De estos
tres lugares citados, nuestra preferencia a la hora de situar la foto que nos
ocupa se decanta por este último lugar, que hoy sigue existiendo.
Esquema de la distribución de los puestos
de sanidad y hospitales republicanos mediada la batalla de Brunete, Archivo
General Militar de Ávila (AGMAV).
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Esquema de la red de carreteras y
sentidos de circulación ordenados
por el mando republicano para la ofensiva de
julio 1937,
Archivo General Militar de Ávila (AGMAV).
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Antiguo convento de los Sagrados
Corazones,
convertido en hospital militar durante la Guerra Civil Española.
Allí murió Gerda Taro,
Archivo Municipal del
El Escorial.
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25 de julio de 1937
Lo que nos hace
pensar que la foto reaparecida el 16 de enero (ya había sido publicada durante
la GCE), es que el cuerpo de Gerda Taro, una vez esta hubo fallecido en el
hospital republicano que funcionaba en el edificio de los Sagrados Corazones de
El Escorial, fue llevado a Torrelodones para que se pudiera mejorar su aspecto
y quizás verificar su identidad, ya que en Madrid, tras ser conocida su muerte,
le esperaba un destino diferente al de los otros cientos de caídos en combate. Eso
parece mostrar la foto, en la cual el Dr. Kiszely lleva puesto un delantal mas
propio de morgue que de quirófano. Él estaría limpiando del rostro de Gerda la
sangre seca que ha brotado de boca y nariz con el cuerpo todavía sobre la
camilla que lo ha transportado hasta Torrelodones. La posición de las manos y la
ausencia de sangre en la ropa parece indicar que estaba siendo preparada para
el traslado a Madrid.
Conocida y querida
en la zona republicana, fue velada primero en la Alianza de Escritores
Antifascistas y luego trasladada a París, donde fue enterrada en el cementerio
de Père-Lachaise.
Tumba original de Gerda Taro en el
cementerio Père-Lachaise en París.
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Funeral
histórico
Una gran multitud acompañó
a Gerda Taro en ese cementerio parisino. El poeta francés Louis Aragón, que
asistió al funeral, declaró unos años más tarde: "El pueblo de París hizo un entierro extraordinario para la
pequeña Taro, donde se habían reunido todas las flores del mundo. Capa, a mi
lado, estaba llorando y cuando la procesión se detenía, escondía sus ojos en mi
hombro”. En 1942, los nazis y sus secuaces franceses borraron de su
sepultura las palabras "Reportera
fotográfica en Ce Soir, muerta el 25 de julio de 1937 en el frente de Brunete,
España" atestiguando el compromiso de la joven con España.
Actualmente, su tumba se encuentra en la parte posterior del memorial dedicado
a las victimas del campo de concentración de Ravensbrück, en la división 97º
del cementerio.
Decía su compañero Endre
Ernö Friedmann, luego Robert Capa: "Si
tus fotos no son buenas, es porque no estás lo suficientemente cerca".
Esta regla básica para los fotoperiodistas le costó la vida a Gerda, la joven y
coqueta periodista a la que los soldados republicanos llamaron la “pequeña
rubia”, que murió seis días antes cumplir los 27 años. Siempre estuvo cerca, a
veces demasiado…