domingo, 24 de julio de 2016

Breve repaso al patrimonio material e inmaterial vinculado con la Sanidad Militar e Intendencia republicanas en la sierra de Madrid durante la GCE.



Toda fuerza armada, ya sea un ejército regular o una milicia más o menos improvisada por las circunstancias impuestas, tiene básicamente dos tipos de unidades o grupos especializados: las armas y los servicios. Las primeras están destinadas a chocar siempre con el enemigo, tanto en la defensa como en el ataque, mientras que las segundas están pensadas para asistir y apoyar a las primeras.

El golpe de estado iniciado hace exactamente 80 años contra la II República solo triunfó parcialmente, por lo que derivó rápidamente en una guerra civil, que se hizo presente en la sierra de Madrid desde el primer momento. Esto fue debido fundamentalmente a dos factores: la existencia de la capital como objetivo militar y político de primera magnitud y la presencia de fuerzas importantes sobre el terreno. Por un lado estaban las columnas del ejército del Norte al mando de Mola y por otro, una buena cantidad de unidades militares leales y fuerzas milicianas creadas a toda prisa a partir de embriones que ya existían en los sindicatos y partidos del Frente Popular y que se habían estado preparando para pasar a una fase más aguda de la lucha de clases.

Como en tantos otros casos, el periodo bélico que en Madrid se abre en julio de 1936 y se cierra en marzo de 1939, ha dejado un interesantísimo y variado patrimonio material e inmaterial vinculado a la presencia de dos ejércitos numerosos sobre el terreno, donde lo más visible y conocido son los vestigios asociados a las unidades combatientes. Este repaso, en cambio, se centrará en otra parte de ese patrimonio, intentando poner la vista sobre las discretas evidencias que se conservan en varios pueblos y ciudades de la sierra de la presencia de hospitales de sangre y establecimientos de la Intendencia republicana, un gran número de los cuales todavía necesitan ser rastreados por investigadores locales, ya que no están bien identificados.    

En el campo republicano, y más especialmente en el ámbito de la zona Centro la fase miliciana pura terminó con el año 1936. El paso progresivo a la estructura de fuerza regular tiene hitos claros: el día 31/12/36 se crea el Ejército del Centro y sus 10 primeras divisiones, que cubren un frente que va desde la línea Beteta – Priego (ambas en Cuenca) hasta el río Algodor (cerca de Toledo capital). Tres meses más tarde, en marzo, se crean los cuerpos de ejército I al V del Ejército del Centro. En mayo de 1937 ya no queda en toda la zona republicana ni una sola unidad de milicias.

Dentro del sector de frente propio del Ejército del Centro, nos interesa especialmente la zona que estuvo vinculada a la sierra, en manos de los cuerpos de ejército I, VI (presente hasta junio de 1938) y II. Concretamente hablamos del frente que discurre desde el puerto de Somosierra hasta la propia ciudad de Madrid. Además, durante el mes de julio de 1937, entre los cuerpos de ejército I y VI (zona de Valdemorillo – Colmenarejo) actuó intensamente el Ejército de Maniobra durante la batalla de Brunete.



SANIDAD

De la fase inicial de la guerra civil en la sierra, de la que comparativamente hemos encontrado menos datos, de momento podemos aportar un valioso documento cedido por la archivera de Torrelodones, según el cual solo 10 días después del inicio de la lucha (28 de julio), la Cruz Roja ya autorizaba la apertura de un hospital de sangre (para heridos de guerra) con su bandera en ese municipio, lo que da una idea de la virulencia de los combates en esa zona.


I cuerpo de ejército.


  • Fue creado en marzo de 1937. En su zona, antes y poco después de esa fecha, sabemos que existieron hospitales de sangre con servicios quirúrgicos al menos en El Escorial, Fuenfría, Cerceda, Rascafría y Miraflores de la Sierra. Todos estos hospitales aparecerán luego vinculados con la Sanidad republicana durante la batalla de La Granja, en junio de 1937.
  • Cuando se crea el I cuerpo de ejército (marzo de 1937), su hospital principal estará en Colmenar Viejo.
  • En un documento de julio de 1937 se menciona que el citado hospital de Miraflores de la Sierra está en “Villa Pirucha”. 
  • En octubre de 1937, cuando tras la batalla de Brunete el I cuerpo de ejército contaba con las divisiones 1, 2, 3 y 69, esta última, recién incorporada a ese frente, decide emplazar su hospital en el edificio ya existente de La Berzosa, en el kilómetro 32,700 de la carretera de A Coruña.

En noviembre de 1937 la Jefatura de Sanidad del I cuerpo de ejército menciona la siguiente organización sanitaria:




Villaviciosa, puente

  • 1ª división: Jefatura y parque de desinfección en Lozoyuela, enfermería médica y farmacia en Torrelaguna, enfermería quirúrgica en La Cabrera,
  • 2ª división: Jefatura, parque de desinfección y farmacia en Los Negrales, enfermería médico quirúrgica en La Fuenfría.
  • 3ª división: Jefatura, parque de desinfección, enfermería médico quirúrgica y farmacia en El Escorial.
  • 69 división: Jefatura, enfermería médico quirúrgica y farmacia en La Berzosa. 
  • Hospital del I cuerpo de ejército: Colmenar Viejo, con 250 camas.
  • Parque central de material sanitario: Manzanares de la Sierra.


En general, los principales problemas que tienen que afrontar todos los escalones de la Sanidad republicana en la sierra tienen más que ver con las epidemias, la pobreza de la dieta y el frío que con las heridas de guerra, ya que fuera de ciertos periodos puntuales la rutina no es de combates sino de frentes estabilizados. Entre la tropa se dan con frecuencia intoxicaciones por comer hongos, yeros o alimentos en mal estado o con parásitos. La falta de buenas ropas, calzado y mantas provoca muchos casos de gripe y neumonía, mientras que en verano el peligro viene por la presencia del mosquito que transmite el paludismo en las zonas con humedales, que en aquella época era toda la sierra y buena parte del llano. Las enfermedades venéreas estaban siempre presentes y a este respecto había fuertes campañas preventivas que solo con el tiempo van dando sus frutos.

En marzo de 1938 un informe del I cuerpo de ejército hace mención a la red de establecimientos creados para la atención odontológica a las tropas en la zona de la sierra:


  • 1ª división: clínicas en Buitrago, Mangirón, Puentes Viejas, Gargantilla, Canencia y  Lozoyuela. Los casos más graves se atendían en el hospital de La Cabrera.
  • 2ª división: clínicas en  Buenavista, Villalba, Guadarrama, Collado Mediano, Los Molinos, Campillo y Ventorrillo. Los casos más graves se atendían en el hospital de La Fuenfría.
  • 3ª división: clínicas en El Chozo, cerro (San) Benito, Fuente Lámpara, Berroquillos, Robledondo y María de la Alameda.
  • 69 división: clínicas en Valdemorillo, Villanueva de la Cañada, Quijorna, La Navata y Colmenarejo.
  • División TR (Táctica de Reserva): clínicas en Casas de Uceda, Valdepeñas de la Sierra, San Agustín, El Molar, Cubillo, Uceda y Miraflores de la Sierra.
  • El hospital de El Escorial centralizaba los casos más graves de todo el sector.  



Villanueva del Pardillo en 1939


II cuerpo de ejército.

Cubría el importantísimo sector de la ciudad de Madrid. La extensión de su frente y su composición fueron bastante variables. Entre marzo de 1937 y junio de 1938 el II cuerpo enlazaba por su derecha con el VI, y cuando este abandonó el Ejército del Centro, el II cuerpo pasó a estar a continuación del I, de forma que su sector se vio alargado hacia el O unos 20 kilómetros, llegando hasta Las Rozas. Igual que en el caso del I cuerpo, en la zona que sería del II existieron muchos hospitales previos a la orden de su creación, en marzo de 1937; de hecho, el II cuerpo asumió toda la estructura hospitalaria creada durante la etapa de la Junta de Defensa de Madrid, durante la que se frenaron los ataques frontales del ejército franquista de noviembre de 1936 y se afrontaron total o parcialmente las consecuencias de las batallas de la carretera de La Coruña, Jarama y Guadalajara.
Pensamos que en el interior de la ciudad de Madrid y en sus cercanías inmediatas pudieron existir hasta 28 hospitales militares, que en su mayoría ocuparon edificios monumentales o de muy buena planta, que en la mayoría de los casos permanecen en pie actualmente, aunque por supuesto, ahora tienen otras funciones.  


VI cuerpo de ejército.

Fue creado cerca de un mes después que los cuerpos I y II, y su composición también varió en distintos momentos. Formó parte del ejército del Centro desde su creación hasta junio de 1938, fecha en que fue trasladado a Extremadura. Sabemos que cuando las divisiones 10ª y 8ª formaban parte de este cuerpo, sus hospitales estuvieron respectivamente en Hoyo de Manzanares (Pabellón Villegas) y en Fuencarral (hospital Nazareth). El VI cuerpo también disponía de una parte del hospital nº 20 de la ciudad de Madrid.


Hospitales durante la batalla de Brunete. Ejército de Maniobra.

Cuando el Mando republicano planificó la ofensiva de julio determinó que en el ámbito de la Sanidad del Ejército de Maniobra existirían una “zona de guerra” y una “zona de retaguardia”, estando en Fuencarral (hospital de El Goloso) el punto de paso de una a la otra. En conjunto, los cuerpos de ejército V y XVIII del Ejército de Maniobra iban a disponer de casi 8.000 camas hospitalarias y de 150 ambulancias para atender a sus evacuaciones.

Dentro de la zona de guerra esta era la estructura hospitalaria:


  • El V cuerpo tenía dos de sus hospitales en sendos grandes edificios de El Escorial (Sagrados Corazones y el hospital que sigue existiendo actualmente, al inicio de la carretera a Guadarrama) y otro móvil de campaña, en manos de la 46 división. Inicialmente su puesto de clasificación de heridos estuvo en el interior de Valdemorillo (sería el antiguo salón de baile), pero al poco de iniciada la batalla debió ser trasladado más al N para evitar ser alcanzado por los bombardeos de la aviación franquista. El depósito de heridos leves estuvo siempre situado en la estación ferroviaria de El Escorial. Estos heridos, tras una recuperación rápida, volvían directamente a sus respectivas unidades. 
  • El XVIII cuerpo tenía hospitales en Torrelodones (villa Los Ángeles y villa Solana, este último con 40 camas), en Hoyo de Manzanares (pabellón Villegas, con 90 camas y pabellón Nuevo Sanatorio, con 70 camas) y en Colmenar Viejo (grupo escolar, con 150 camas). El puesto de clasificación se situó inicialmente en la casa de Pedro Barbería (o casa Lara), pero fue trasladado poco después al interior de Galapagar o Torrelodones, donde también estaba desde el inicio de la ofensiva el depósito de heridos leves.
  • El puesto de mando sanitario y depósito de ambulancias y material sanitario quedó situado en la finca El Tomillar, situada en el kilómetro 21 de la carretera de Torrelodones a Hoyo de Manzanares, un punto estratégico si tomamos en cuenta el sistema de comunicaciones por carretera disponible.    

En Fuencarral, a través del hospital de El Goloso, se pasaba de la zona de guerra a la de retaguardia. En la zona de retaguardia se contaba con unos 28 hospitales de sangre dentro de la ciudad de Madrid y en sus cercanías.


Brunete, antes de la batalla

                                                          


INTENDENCIA REPUBLICANA DURANTE LA BATALLA DE BRUNETE

Este tema era de la mayor importancia, ya que sin suministros no hay posibilidades de mantener la lucha. Para alimentar su ofensiva de julio, el Ejército de Maniobra estableció los siguientes centros de abastecimiento.

  • 1º escalón: para el V cuerpo de ejército en Cuarto Carretero y en El Escorial, para el  XVIII cuerpo en Torrelodones y en La Regadera (kilómetro 3,800 de la carretera de Galapagar a Torrelodones).
  •  2º escalón: Villalba y Colmenar Viejo.
  • 3º escalón: Moralzarzal y Manzanares (el Real).
  • Reserva: El Molar.

Estos centros del primer escalón debían suministrar comida y vino, aceite y grasas para los motores, municiones, pienso para el ganado, etc. Cada uno de ellos debía abastecer a 1 o 2 divisiones (de 10 a 20 mil hombres), lo que da idea del tráfico nocturno que existiría en los tramos de carretera que los unían con las primeras líneas. Cada división debía enviar sus camiones al depósito que le correspondía dentro de un horario pautado y con gran disciplina de tráfico, a fin de evitar las aglomeraciones y alcances que podían hacer aún más vulnerables los convoys frente a los ataques aéreos enemigos.  

Además existirían estos otros depósitos específicos, a veces situados muy cerca de la zona de combates:


  • De material de fortificación para el XVIII cuerpo, en la iglesia de Valdemorillo.
  • De material de fortificación para el V cuerpo, en El Escorial.
  • De material de Sanidad, para todo el Ejército de Maniobra, en El Tomillar (Torrelodones).    



El Escorial



RECUPERACIÓN DE MATERIALES


A finales de septiembre de 1937, dos meses después de terminada la batalla de Brunete, ya encontramos en la zona del I cuerpo de ejército un documento (que seguramente no sería el primero que se escribió) en que se habla de la necesidad de recuperar los calzados y piezas de uniforme dejados en el campo de batalla o en depósitos no controlados. En poco tiempo llegaría el frío y la lluvia y las unidades buscaban la forma de afrontarlos lo mejor posible. Según se dice, las prendas y calzado abandonados se están recogiendo por parte de las brigadas, pero se carece de los vehículos necesarios para hacerlos llegar a los órganos de retaguardia encargados de su reaprovechamiento.
Para ponernos en situación, hay que entender que a la ya de por si escasa industria existente en la fase previa a la guerra, debe añadirse la reducción de mano de obra, piezas de recambio, materias primas y fuentes de energía que trajo consigo la situación de guerra. Como además, la demanda de productos crece, el Gobierno y el Mando militar deben atender las necesidades de materiales de millones de civiles y cientos de miles de combatientes administrando la escasez. En este contexto, el tratamiento de los materiales recuperables adquiere connotaciones estratégicas y dramáticas. Esto explica por qué a medida que avanza la guerra aparecen más instrucciones y más exigencias específicas centradas en la recuperación  y el aprovechamiento de todo tipo de materiales y recursos.

En agosto de 1938 la Subsecretaría del Ejército de Tierra, dependiente del Ministerio de Defensa Nacional, con sede en Barcelona, emite un documento en el que se expone que en toda la zona republicana existen 20 centros de recuperación de materiales (CRIM). Uno de estos, el que tiene el nº 1, está en Madrid, concretamente en la calle Ríos Rosas.

A finales de 1938, por un documento de la Jefatura de los Servicios de Intendencia del I cuerpo de ejército del Ejército del Centro, sabemos que este I cuerpo tiene organizada la recogida y recuperación de todos los materiales, efectos y envases que parezcan abandonados dentro de la zona de despliegue de sus divisiones. También aclara que existen almacenes avanzados o “cabezas de etapa” en La Cabrera, Manzanares (el Real), Villalba y El Escorial. En un nivel superior dentro de la misma organización de puntos de recogida, existía un colector secundario en Colmenar Viejo, cerca de la estación de ferrocarril. Allí llegaban todos los materiales recuperados en el I cuerpo de ejército y desde allí, partían nuevamente hasta el colector general de Intendencia, situado en la calle Francos Rodríguez nº 5 de Madrid (sería el mismo edificio donde en la fase inicial de la guerra se organizó el 5ª Regimiento). Según se especifica en este documento, la Jefatura de los Servicios de Intendencia del I cuerpo de ejército estaba subordinada a la Jefatura de los Servicios de Recuperación del Ejército del Centro.
Todos los materiales que se recogían debían clasificarse en los distintos colectores, describiéndose 13 categorías diferentes para agruparlos de cara a su aprovechamiento, que se resumen en:

-           Metales
-           Coches, camiones, piezas de artillería, aviones derribados.
-           Madera
-           Textil
-           Papel
-           Vidrio
-           Caucho
-           Cuero y restos no textiles de uniforme
-           Prendas y equitación recuperables

Los restos de tanques, artillería y aviación derribada, así como la cartuchería, debían ser entregados al Servicio de Municionamiento o a la Aviación.

Como ejemplo del celo con el que se recuperaba el material usado, se pone un gran énfasis en la correcta recogida de los botes de leche condensada con los que se abastece tanto al frente como a los hospitales. Sobre ellos se dice que deben retornarse todos limpios y secos, ya sea para poder volver a rellenarlos o para convertirlos en vasos para la tropa. Las pieles de reses obtenidas de los sacrificios en los mataderos también deben ser conservadas y aprovechadas en todos los casos.

Ernesto Viñas