Toda fuerza armada, ya sea un ejército regular o una milicia más o menos improvisada por las circunstancias impuestas, tiene básicamente dos tipos de unidades o grupos especializados: las armas y los servicios. Las primeras están destinadas a chocar siempre con el enemigo, tanto en la defensa como en el ataque, mientras que las segundas están pensadas para asistir y apoyar a las primeras.
El golpe de estado iniciado hace
exactamente 80 años contra la II República solo triunfó parcialmente, por lo que derivó rápidamente
en una guerra civil, que se hizo presente en la sierra de Madrid desde el primer
momento. Esto fue debido fundamentalmente a dos factores: la existencia de la capital
como objetivo militar y político de primera magnitud y la presencia de fuerzas
importantes sobre el terreno. Por un lado estaban las columnas del ejército del Norte
al mando de Mola y por otro, una buena cantidad de unidades militares leales y
fuerzas milicianas creadas a toda prisa a partir de embriones que ya existían
en los sindicatos y partidos del Frente Popular y que se habían estado
preparando para pasar a una fase más aguda de la lucha de clases.
Como en tantos
otros casos, el periodo bélico que en Madrid se abre en julio de 1936 y se
cierra en marzo de 1939, ha dejado un interesantísimo y variado patrimonio
material e inmaterial vinculado a la presencia de dos ejércitos numerosos sobre
el terreno, donde lo más visible y conocido son los vestigios asociados a las
unidades combatientes. Este repaso, en cambio, se centrará en otra parte de ese
patrimonio, intentando poner la vista sobre las discretas evidencias que se
conservan en varios pueblos y ciudades de la sierra de la presencia de
hospitales de sangre y establecimientos de la Intendencia republicana, un gran
número de los cuales todavía necesitan ser rastreados por investigadores
locales, ya que no están bien identificados.
En el campo
republicano, y más especialmente en el ámbito de la zona Centro la fase
miliciana pura terminó con el año 1936. El paso progresivo a la estructura de
fuerza regular tiene hitos claros: el día 31/12/36 se crea el Ejército del
Centro y sus 10 primeras divisiones, que cubren un frente que va desde la línea
Beteta – Priego (ambas en Cuenca) hasta el río Algodor (cerca de Toledo
capital). Tres meses más tarde, en marzo, se crean los cuerpos de ejército I al
V del Ejército del Centro. En mayo de 1937 ya no queda en toda la zona
republicana ni una sola unidad de milicias.
Dentro del
sector de frente propio del Ejército del Centro, nos interesa especialmente la
zona que estuvo vinculada a la sierra, en manos de los cuerpos de ejército I,
VI (presente hasta junio de 1938) y II. Concretamente hablamos del frente que
discurre desde el puerto de Somosierra hasta la propia ciudad de Madrid.
Además, durante el mes de julio de 1937, entre los cuerpos de ejército I y VI
(zona de Valdemorillo – Colmenarejo) actuó intensamente el Ejército de Maniobra
durante la batalla de Brunete.
SANIDAD
De la fase
inicial de la guerra civil en la sierra, de la que comparativamente hemos
encontrado menos datos, de momento podemos aportar un valioso documento cedido
por la archivera de Torrelodones, según el cual solo 10 días después del inicio
de la lucha (28 de julio), la Cruz Roja ya autorizaba la apertura de un
hospital de sangre (para heridos de guerra) con su bandera en ese municipio, lo
que da una idea de la virulencia de los combates en esa zona.
I cuerpo de ejército.
- Fue creado en marzo de 1937. En su zona, antes y poco después de esa fecha, sabemos que existieron hospitales de sangre con servicios quirúrgicos al menos en El Escorial, Fuenfría, Cerceda, Rascafría y Miraflores de la Sierra. Todos estos hospitales aparecerán luego vinculados con la Sanidad republicana durante la batalla de La Granja, en junio de 1937.
- Cuando se crea el I cuerpo de ejército (marzo de 1937), su hospital principal estará en Colmenar Viejo.
- En un documento de julio de 1937 se menciona que el citado hospital de Miraflores de la Sierra está en “Villa Pirucha”.
- En octubre de 1937, cuando tras la batalla de Brunete el I cuerpo de ejército contaba con las divisiones 1, 2, 3 y 69, esta última, recién incorporada a ese frente, decide emplazar su hospital en el edificio ya existente de La Berzosa, en el kilómetro 32,700 de la carretera de A Coruña.
En noviembre de
1937 la Jefatura de Sanidad del I cuerpo de ejército menciona la siguiente
organización sanitaria:
Villaviciosa, puente
- 1ª división: Jefatura y parque de desinfección en Lozoyuela, enfermería médica y farmacia en Torrelaguna, enfermería quirúrgica en La Cabrera,
- 2ª división: Jefatura, parque de desinfección y farmacia en Los Negrales, enfermería médico quirúrgica en La Fuenfría.
- 3ª división: Jefatura, parque de desinfección, enfermería médico quirúrgica y farmacia en El Escorial.
- 69 división: Jefatura, enfermería médico quirúrgica y farmacia en La Berzosa.
- Hospital del I cuerpo de ejército: Colmenar Viejo, con 250 camas.
- Parque central de material sanitario: Manzanares de la Sierra.
En general, los
principales problemas que tienen que afrontar todos los escalones de la
Sanidad republicana en la sierra tienen más que ver con las epidemias, la
pobreza de la dieta y el frío que con las heridas de guerra, ya que fuera de
ciertos periodos puntuales la rutina no es de combates sino de frentes
estabilizados. Entre la tropa se dan con frecuencia intoxicaciones por comer
hongos, yeros o alimentos en mal estado o con parásitos. La falta de buenas
ropas, calzado y mantas provoca muchos casos de gripe y neumonía, mientras que
en verano el peligro viene por la presencia del mosquito que transmite el
paludismo en las zonas con humedales, que en aquella época era toda la sierra y
buena parte del llano. Las enfermedades venéreas estaban siempre presentes y a
este respecto había fuertes campañas preventivas que solo con el tiempo van
dando sus frutos.
En marzo de 1938
un informe del I cuerpo de ejército hace mención a la red de establecimientos
creados para la atención odontológica a las tropas en la zona de la sierra:
- 1ª división: clínicas en Buitrago, Mangirón, Puentes Viejas, Gargantilla, Canencia y Lozoyuela. Los casos más graves se atendían en el hospital de La Cabrera.
- 2ª división: clínicas en Buenavista, Villalba, Guadarrama, Collado Mediano, Los Molinos, Campillo y Ventorrillo. Los casos más graves se atendían en el hospital de La Fuenfría.
- 3ª división: clínicas en El Chozo, cerro (San) Benito, Fuente Lámpara, Berroquillos, Robledondo y María de la Alameda.
- 69 división: clínicas en Valdemorillo, Villanueva de la Cañada, Quijorna, La Navata y Colmenarejo.
- División TR (Táctica de Reserva): clínicas en Casas de Uceda, Valdepeñas de la Sierra, San Agustín, El Molar, Cubillo, Uceda y Miraflores de la Sierra.
- El hospital de El Escorial centralizaba los casos más graves de todo el sector.
II cuerpo de ejército.
Cubría el
importantísimo sector de la ciudad de Madrid. La extensión de su frente y su composición fueron bastante variables. Entre marzo de 1937 y junio de 1938 el II cuerpo enlazaba por su
derecha con el VI, y cuando este abandonó el Ejército del Centro, el II cuerpo pasó
a estar a continuación del I, de forma que su sector se vio alargado hacia el O
unos 20 kilómetros, llegando hasta Las Rozas. Igual que en el caso del I
cuerpo, en la zona que sería del II existieron muchos hospitales previos a la orden de su
creación, en marzo de 1937; de hecho, el II cuerpo asumió toda la estructura
hospitalaria creada durante la etapa de la Junta de Defensa de Madrid, durante la
que se frenaron los ataques frontales del ejército franquista de noviembre de
1936 y se afrontaron total o parcialmente las consecuencias de las batallas de
la carretera de La Coruña, Jarama y Guadalajara.
Pensamos que en el interior de la ciudad de Madrid y en sus cercanías inmediatas pudieron existir hasta 28
hospitales militares, que en su mayoría ocuparon edificios monumentales o de
muy buena planta, que en la mayoría de los casos permanecen en pie actualmente,
aunque por supuesto, ahora tienen otras funciones.
VI cuerpo de ejército.
Fue creado cerca
de un mes después que los cuerpos I y II, y su composición también varió en
distintos momentos. Formó parte del ejército del Centro desde su creación hasta
junio de 1938, fecha en que fue trasladado a Extremadura. Sabemos que cuando
las divisiones 10ª y 8ª formaban parte de este cuerpo, sus hospitales estuvieron
respectivamente en Hoyo de Manzanares (Pabellón Villegas) y en Fuencarral
(hospital Nazareth). El VI cuerpo también disponía de una parte del hospital nº
20 de la ciudad de Madrid.
Hospitales durante la batalla de Brunete. Ejército de Maniobra.
Cuando el Mando
republicano planificó la ofensiva de julio determinó que en el ámbito de la
Sanidad del Ejército de Maniobra existirían una “zona de guerra” y una “zona de
retaguardia”, estando en Fuencarral (hospital de El Goloso) el punto de paso de
una a la otra. En conjunto, los cuerpos de ejército V y XVIII del Ejército de
Maniobra iban a disponer de casi 8.000 camas hospitalarias y de 150 ambulancias
para atender a sus evacuaciones.
Dentro de la
zona de guerra esta era la estructura hospitalaria:
- El V cuerpo tenía dos de sus hospitales en sendos grandes edificios de El Escorial (Sagrados Corazones y el hospital que sigue existiendo actualmente, al inicio de la carretera a Guadarrama) y otro móvil de campaña, en manos de la 46 división. Inicialmente su puesto de clasificación de heridos estuvo en el interior de Valdemorillo (sería el antiguo salón de baile), pero al poco de iniciada la batalla debió ser trasladado más al N para evitar ser alcanzado por los bombardeos de la aviación franquista. El depósito de heridos leves estuvo siempre situado en la estación ferroviaria de El Escorial. Estos heridos, tras una recuperación rápida, volvían directamente a sus respectivas unidades.
- El XVIII cuerpo tenía hospitales en Torrelodones (villa Los Ángeles y villa Solana, este último con 40 camas), en Hoyo de Manzanares (pabellón Villegas, con 90 camas y pabellón Nuevo Sanatorio, con 70 camas) y en Colmenar Viejo (grupo escolar, con 150 camas). El puesto de clasificación se situó inicialmente en la casa de Pedro Barbería (o casa Lara), pero fue trasladado poco después al interior de Galapagar o Torrelodones, donde también estaba desde el inicio de la ofensiva el depósito de heridos leves.
- El puesto de mando sanitario y depósito de ambulancias y material sanitario quedó situado en la finca El Tomillar, situada en el kilómetro 21 de la carretera de Torrelodones a Hoyo de Manzanares, un punto estratégico si tomamos en cuenta el sistema de comunicaciones por carretera disponible.
En Fuencarral, a través del hospital de El Goloso, se pasaba de la zona de guerra a la de retaguardia. En la zona de retaguardia se contaba con unos 28 hospitales de sangre dentro de la ciudad de Madrid y en sus cercanías.
INTENDENCIA REPUBLICANA DURANTE LA BATALLA DE BRUNETE
Este tema era de la mayor importancia, ya que sin suministros no hay posibilidades de mantener la lucha. Para alimentar
su ofensiva de julio, el Ejército de Maniobra estableció los siguientes centros de
abastecimiento.
- 1º escalón: para el V cuerpo de ejército en Cuarto Carretero y en El Escorial, para el XVIII cuerpo en Torrelodones y en La Regadera (kilómetro 3,800 de la carretera de Galapagar a Torrelodones).
- 2º escalón: Villalba y Colmenar Viejo.
- 3º escalón: Moralzarzal y Manzanares (el Real).
- Reserva: El Molar.
Estos centros del primer escalón debían suministrar comida y vino, aceite y grasas para los motores, municiones, pienso para el ganado, etc. Cada uno de ellos debía abastecer a 1 o 2 divisiones (de 10 a 20 mil hombres), lo que da idea del tráfico nocturno que existiría en los tramos de carretera que los unían con las primeras líneas. Cada división debía enviar sus camiones al depósito que le correspondía dentro de un horario pautado y con gran disciplina de tráfico, a fin de evitar las aglomeraciones y alcances que podían hacer aún más vulnerables los convoys frente a los ataques aéreos enemigos.
Además
existirían estos otros depósitos específicos, a veces situados muy cerca de la zona de combates:
- De material de fortificación para el XVIII cuerpo, en la iglesia de Valdemorillo.
- De material de fortificación para el V cuerpo, en El Escorial.
- De material de Sanidad, para todo el Ejército de Maniobra, en El Tomillar (Torrelodones).
RECUPERACIÓN DE MATERIALES
A finales de
septiembre de 1937, dos meses después de terminada la batalla de Brunete, ya
encontramos en la zona del I cuerpo de ejército un documento (que seguramente no sería el primero que se escribió) en que se habla de la necesidad de recuperar los calzados y
piezas de uniforme dejados en el campo de batalla o en depósitos no
controlados. En poco tiempo llegaría el frío y la lluvia y las unidades
buscaban la forma de afrontarlos lo mejor posible. Según se dice, las prendas y
calzado abandonados se están recogiendo por parte de las brigadas, pero se
carece de los vehículos necesarios para hacerlos llegar a los órganos de
retaguardia encargados de su reaprovechamiento.
Para ponernos en
situación, hay que entender que a la ya de por si escasa industria existente en la fase previa a la
guerra, debe añadirse la reducción de mano de obra, piezas de recambio,
materias primas y fuentes de energía que trajo consigo la situación de guerra.
Como además, la demanda de productos crece, el Gobierno y el Mando militar
deben atender las necesidades de materiales de millones de civiles y cientos
de miles de combatientes administrando la escasez. En este contexto, el
tratamiento de los materiales recuperables adquiere connotaciones estratégicas
y dramáticas. Esto explica por qué a medida que avanza la guerra aparecen más
instrucciones y más exigencias específicas centradas en la recuperación y el aprovechamiento de todo tipo de materiales y recursos.
En agosto de
1938 la Subsecretaría del Ejército de Tierra, dependiente del Ministerio de
Defensa Nacional, con sede en Barcelona, emite un documento en el que se expone
que en toda la zona republicana existen 20 centros de recuperación de
materiales (CRIM). Uno de estos, el que tiene el nº 1, está en Madrid,
concretamente en la calle Ríos Rosas.
A finales de
1938, por un documento de la Jefatura de los Servicios de Intendencia del I
cuerpo de ejército del Ejército del Centro, sabemos que este I cuerpo tiene
organizada la recogida y recuperación de todos los materiales, efectos y
envases que parezcan abandonados dentro de la zona de despliegue de sus
divisiones. También aclara que existen almacenes avanzados o “cabezas de etapa”
en La Cabrera, Manzanares (el Real), Villalba y El Escorial. En un nivel
superior dentro de la misma organización de puntos de recogida, existía un
colector secundario en Colmenar Viejo, cerca de la estación de ferrocarril.
Allí llegaban todos los materiales recuperados en el I cuerpo de ejército y
desde allí, partían nuevamente hasta el colector general de Intendencia,
situado en la calle Francos Rodríguez nº 5 de Madrid (sería el mismo edificio
donde en la fase inicial de la guerra se organizó el 5ª Regimiento). Según se
especifica en este documento, la Jefatura de los Servicios de Intendencia del I
cuerpo de ejército estaba subordinada a la Jefatura de los Servicios de
Recuperación del Ejército del Centro.
Todos los
materiales que se recogían debían clasificarse en los distintos colectores,
describiéndose 13 categorías diferentes para agruparlos de cara a su
aprovechamiento, que se resumen en:
-
Metales
-
Coches, camiones, piezas de
artillería, aviones derribados.
-
Madera
-
Textil
-
Papel
-
Vidrio
-
Caucho
-
Cuero y restos no textiles de
uniforme
-
Prendas y equitación
recuperables
Los restos de
tanques, artillería y aviación derribada, así como la cartuchería, debían ser
entregados al Servicio de Municionamiento o a la Aviación.
Como ejemplo del
celo con el que se recuperaba el material usado, se pone un gran énfasis en la
correcta recogida de los botes de leche condensada con los que se abastece
tanto al frente como a los hospitales. Sobre ellos se dice que deben retornarse
todos limpios y secos, ya sea para poder volver a rellenarlos o para
convertirlos en vasos para la tropa. Las pieles de
reses obtenidas de los sacrificios en los mataderos también deben ser
conservadas y aprovechadas en todos los casos.
Ernesto Viñas
Ernesto Viñas
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