De las tres partes que a día de hoy componen el proyecto de Brunete en la Memoria (museo con los restos recuperados del viejo campo de batalla u obtenidos mediante donaciones, formación de un archivo documental, fotográfico, sonoro y cartográfico y oficina de búsqueda de combatientes), últimamente nos hemos dedicado de una manera preferente a la tercera.
Hace 10 años nos empezaron a llegar las primeras peticiones de información por parte de familias acerca de la suerte que pudo correr su “abuelo” en cualquiera de los dos ejércitos enfrentados en la batalla de Brunete. En un principio, fueron pocos casos y siempre centrados en esta batalla, pero según pasaba el tiempo, la mayor visibilidad de nuestro colectivo y la ampliación de nuestro campo de interés (hasta abarcar toda la zona Centro) facilitó que se incrementara la llegada de peticiones. Ante esto, en los archivos nosotros ampliamos el estudio de los frentes a nuevos sectores y, siempre que nos fue posible, también fuimos a reconocerlos sobre el terreno. Así, hoy nos atrevemos con las búsquedas que tienen relación con las unidades y los hospitales que pertenecieron a todo el Ejército del Centro republicano (o estuvieron en la misma zona antes de su creación) y con las fuerzas sublevadas que actuaron en esos mismos frentes a los largo de los 32 meses de guerra. Por el contrario, todavía somos de muy poca ayuda en búsquedas que tengan por escenario los frentes del Norte, Extremadura, Andalucía, Levante, Aragón o Cataluña, quizás con la excepción de la batalla de Belchite y en menor grado, Teruel, porque ocurrieron cerca de “nuestra” zona y con fuerzas que venían de luchar en Brunete.
Casi todo el tiempo que hemos tenido disponible desde que empezó este año lo hemos dedicado a revisar a fondo los correos que hemos recibido o intercambiado con las familias, así como todos los datos que contienen. Ahora, con todas las peticiones ordenadas y puestas al día en una misma base de datos, sabemos que hemos creado 154 carpetas que generalmente son individuales, aunque también las hay colectivas, referidas a combatientes que eran hermanos o venían desde un mismo pueblo, región o país. La mayoría de estas 154 carpetas corresponden a republicanos, si bien también hay cerca de 30 casos de oficiales, suboficiales y soldados que estuvieron encuadrados en el Ejército franquista. Naturalmente, el grueso de estas consultas llegaron desde España, pero también lo hicieron desde UK, USA, Bélgica, Holanda, Francia, Italia, República Checa, Yugoslavia, Argentina, Cuba, Macedonia o Bulgaria, lo que pone de manifiesto el interés por los brigadistas internacionales. La expansión conseguida por Brunete en la Memoria nos satisface mucho, la agradecemos y nos compromete a seguir con este trabajo. Nos gustó especialmente una petición remitida por la Embajada de España en Skopje (Macedonia) sobre dos brigadistas yugoslavos, un caso en el que lamentablemente todavía no hemos podido encontrar nada, pero que pone de relieve que, al menos en la periferia de la administración central del actual Gobierno, hay personas o instituciones que sí se comprometen y ayudan en el ámbito de la memoria histórica, en un claro contraste con lo que está pasando dentro de España, donde reina un total pasotismo oficial.
En cuanto a la resolución de casos, hasta ahora nos cabe la gran satisfacción de haber podido poner en manos de 10 familias sendos documentos que acreditaban la fecha y el lugar de la muerte (y eventualmente el de enterramiento) del combatiente que buscaban. Poder llegar a esto es muy emocionante, y sin duda, lo mejor que puede pasarnos, y aunque el índice de éxito que está en torno al 7% de los casos, seguramente se podrá elevar en la medida que sigamos pudiendo acceder a nuevos documentos. Por otra parte, cuando no encontramos nada sobre la persona buscada, pero sí sabemos por las familias cuál era su unidad, podemos darles datos detallados sobre dónde y cómo participó su “abuelo” en la batalla, intentando concretar al máximo tanto el posible lugar donde se perdió su rastro como lo que pudo pasar después con él. Esto último lo hacemos compartiendo con ellos documentos y nuestros conocimientos, y si vienen aquí, visitamos junto a ellos el que fuera campo de batalla, lo que les permite un cierto acercamiento a su ser querido, que muchas veces está cargado de emotividad y a pesar de la falta de certidumbres, en buena medida ayuda a cerrar una herida familiar de décadas de duración.
Los recursos que en Brunete en la Memoria tenemos para ayudar en las búsquedas de combatientes son nuestra base de datos y las monografías sobre unidades, armas o servicios, todos ellos hechos a partir de documentos que consultamos y copiamos en distintos archivos, sobre todo militares. Por poner un ejemplo, en poco tiempo terminaremos de pasar a la base de datos la parte que nos queda de un informe de 300 páginas que contiene interminables listas de carabineros, guardias civiles, milicianos y militares republicanos que ingresaron en el hospital militar de Carabanchel desde el inicio de la guerra hasta el inicio de la batalla de Madrid. Lo malo es que cuando terminemos este trabajo, no sabemos si al volver a los archivos históricos militares de Ávila (AGMAV) o Madrid (IHCM) podremos acceder a todos los documentos que llevamos años consultando con entera libertad. Según parece, una novedosa disposición de quien manda en estas instituciones ha determinado que no puedan volver a verse aquellos a los que originalmente se les puso el sello de “secreto” o “reservado”, aunque tengan ocho décadas de antigüedad y esa calificación solo haya tenido sentido durante la GCE. Hoy, pasados 80 años desde que fueron escritos, y tras haber consultado esos documentos libremente al menos desde el año 2005 en Ávila y Madrid, esperamos que esta medida sea breve y transitoria o se trate de un error. De lo contrario, significaría que la ministra de Defensa, miembro de un Gobierno que no hace nada en el campo de la Memoria Histórica, además se dedica a poner trabas extra a los investigadores que tratan de suplir con trabajo voluntario la obligación de ayuda que el Estado tiene con las familias de desaparecidos en combate. Una obligación que este Gobierno desatiende sistemáticamente.
Ante esta situación, pedimos apoyo para la lucha que están iniciando profesores, investigadores, archiveros y muchas otras personas para revertir esta situación que carece de fundamento y puede dificultar mucho el estudio y la investigación histórica. Volver a convertir en secretos viejos papeles que ya han estado visibles para los militares desde la creación del Servicio Histórico Militar (hace más de 70 años) y para toda la población desde hace más de 20, simplemente no tiene explicación ni justificación. En nuestro desconcierto, sospechamos que ocultándolos alguien obra con un criterio burocrático demasiado estricto o, peor aún, quiere detener el avance en la toma de conciencia sobre lo que supuso la II República o el Franquismo. Nadie se cree que un documento de la GCE que ya ha sido público tantos años y que trata sobre operaciones de guerra, partes de bajas o informes de la situación militar en 1936 - 39 pueda afectar negativamente a los ciudadanos o a las instituciones que viven o existen ahora. En cambio, su vuelta a las catacumbas sí puede privarnos a todos nosotros de conocer cosas muy importantes a nivel social y personal, incluido el derecho de las familias a saber qué fue de los suyos.
Desde Brunete en la Memoria no solo pedimos que se reviertan estas medidas restrictivas, sino que alentamos a quienes tengan el poder de decisión en sus manos a que levanten la prohibición de acceso público a otros tantos documentos de la GCE y posteriores que ya han cumplido su periodo de protección de las informaciones sensibles y siguen sin poder verse. Limitar el acceso a los archivos y poner trabas a la comprensión y análisis del pasado histórico reciente solo promueve el subdesarrollo intelectual de un país y la baja calidad de su democracia. No lo aceptemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario