Si miramos las
necesidades de la sanidad militar o civil, o simplemente las posibilidades de
resistencia de una ciudad habitada por cientos de miles de personas, y asediada
como estuvo Madrid entre noviembre de 1936 y marzo de 1939, veremos que el
suministro de agua potable es una de las cuestiones que se deben asegurar
ineludiblemente: no hay resistencia sin agua.
Al hablar de
agua potable y canalizada es obligado recordar como esta brilló por su escasez
e incluso por ausencia total en primera línea durante largos periodos en la
batalla de Brunete, conocida también como “batalla de la sed” por muchos
combatientes. Pero en este artículo no vamos a hablar de eso, sino de la
situación global de Madrid en relación con el suministro de agua de calidad,
que en tiempos de paz era perfectamente viable en esta ciudad privilegiada por
su cercanía a la sierra y a varios ríos, entonces limpios y mucho más
caudalosos que hoy.
Ciertos
documentos republicanos de los años 1937 y 1938 encontrados hace poco en el
Archivo Militar de Ávila (AGMAV) confirman que el Madrid en guerra se abastecía
de agua principalmente del río Lozoya, sobre el que tenían una importancia absoluta
los embalses de Puentes Viejas y del Villar, consecutivos y con el primero aguas
arriba del segundo. Estos dos embalses quedaron desde el principio en manos del
ejército republicano, pero Puentes Viejas por los pelos, ya que el frente de
combate quedó fijado posiblemente menos de un kilómetro de su muro, y no por
casualidad. Todavía hoy, basta dar un simple paseo por el pinar que existe entre Puentes Viejas y el pueblo de Paredes
de Buitrago para descubrir la más tupida red de trincheras de ambos ejércitos que
uno pueda imaginar. En esa densidad de fortificaciones, las que estuvieron a
cargo de la 1ª división del I cuerpo de ejército republicano tuvieron una
función muy clara; cerrar a cualquier precio el paso al ejército franquista
frente al principal punto de acumulación de agua destinada a Madrid. Quien dominara
Puentes Viejas podría decidir en buena medida si Madrid tendría el agua
canalizada que necesitaba o pasaría sed.
Posiciones fortificadas de ambos ejércitos inmediatas a la presa, las más próximas son republicanas. Estuvieron a cargo de la 26 brigada mixta de la 1ª división (foto: CECAF) |
En octubre de 1937, fecha del primer documento encontrado, parece que
a pesar de la guerra el abastecimiento de agua estaba funcionando bastante bien
en la capital, pues no se habla de restricciones masivas al consumo. Para
garantizar esta situación, la cercanía de las líneas de fuego respecto a la
presa de la cabecera del Lozoya obligaba a tener previstas una serie de alternativas para el caso de que la situación
táctica cambiara allí a peor para los republicanos. Las hipótesis que estos
contemplaban y sus correspondientes medidas paliativas eran las siguientes:
1º. Para el caso de pérdida de la presa de Puentes Viejas en la época del
año en que la del Villar tenía menos agua, se había montado un dispositivo que
permitía abrir y bloquear las compuertas de la primera antes de abandonarla, de
tal modo que para cuando el enemigo fuera capaz de cerrarlas, ya se habrían
llenado las presas del Villar y del Pontón.
2º. Previendo el mismo
caso (la ocupación) de la presa del Villar, se habían fijado sus compuertas, de
tal modo que aunque el enemigo accediera a todos los mecanismos, tampoco sería
capaz de cortar el agua hasta pasadas varias semanas.
3º. Si a pesar de todo lo
anterior, el enemigo hubiera sido capaz de cortar el agua del Villar en un
plazo corto, se había previsto otra toma de agua mucho más abajo en el mismo
río Lozoya, para lo cual había sido reparado el Canal Antiguo y se había
dispuesto una estación de cloración en él.
4º. Para el caso eventual de
que el enemigo ocupara algún punto del Canal Antiguo, se había hecho un enlace
entre el canal de Santillana y el Nuevo Canal, de tal forma que el agua de
Santillana, sacada del embalse de Manzanares, pudiera ser traída a Madrid
usando la conducción del Lozoya. El tramo de enlace tenía menos capacidad que
el Canal del Lozoya, pero era suficiente para cubrir un abastecimiento
restringido.
5º. Como esta última
conducción también tenía puntos vulnerables, se proyectó hacer otra instalación
que permitiera traer agua desde el punto del Jarama que el Mando considerara
más conveniente. La interrupción de las obras hídricas provocada en noviembre
de 1936 por la salida de Canales de sus ingenieros, para ponerse a dirigir las
urgentes obras de fortificación de Madrid, impidió que tomara más vuelo esa
idea. Asimismo, se estuvo dejando sentir una perjudicial desconexión entre el
Mando militar y quienes manejaban los dispositivos mencionados.
Posiciones fortificadas de ambos ejércitos inmediatas a la presa, las más próximas son republicanas. Estuvieron a cargo de la 26 brigada mixta de la 1ª división (foto: CECAF) |
En agosto de 1938, casi un
año más tarde, la Delegación del Gobierno de la República en los Canales del
Lozoya recibe esta carta de esa empresa pública, que anteriormente se llamaba
Canal de Isabel II:
“Probablemente
en el día de mañana se llegará en el embalse de Puentes Viejas a la cota de
nivel de agua mínima que el Estado Mayor dispuso que no se permitiera disminuir,
con objeto de mantener un foso que dificulte la comunicación entre los dos
márgenes del río Lozoya. Respetando naturalmente esa medida, asumimos que hay
que empezar a gastar el agua del embalse del Villar, completamente lleno, pero
que no contiene más que 23 millones de metros cúbicos, suficientes únicamente
para los meses de septiembre y octubre. Si llueve antes del final de octubre,
no habría necesidad de pedir una modificación de aquella medida al mando
militar, pero si no llueve, sí, porque ni conviene proponer un régimen de
restricciones (sumamente molesto para el vecindario y que produce poca
economía), ni se debe consagrar un estado de apuro y escasez que no existe
realmente, ya que disponemos en Puentes Viejas de otros 23 millones de metros
cúbicos con los que puede prolongarse el abastecimiento de Madrid otros dos
meses. Llegado ese momento, finales de diciembre, tenemos la seguridad de que
ya habrá habido lluvias.
Por otra parte,
desde el punto de vista sanitario, conviene siempre para el abastecimiento que
se mantenga el mayor volumen posible de agua en el Villar, razón por la cual
nuestro criterio de suministro ha sido siempre el de mantener este último lo
más lleno posible y dar el volumen diario a Madrid mediante el aporte de
Puentes Viejas al Villar, volumen que experimenta una autodepuración gracias a
su lento discurrir a lo largo de los 9 kilómetros embalsados creados por esta
última presa.
Como a la
lectura de estas consideraciones podrá objetarse que en el pasado año no se
hizo esto que ahora pedimos, queremos recordar que constantemente esta
Delegación estuvo proponiendo al mando militar la modificación de su medida (guardar
un determinado volumen embalsado en Puentes Viejas por imperativo táctico),
fundándose en razones de orden sanitario (calidad del agua) y para intentar
evitar las restricciones de suministro, que finalmente hubo que imponer. Además
de las dos razones expuestas, este año tenemos otro motivo de preocupación, y
es que este verano hemos tenido un gran estiaje (disminución de caudal por
escasez de lluvias), lo que ha impedido que durante julio entrara en el embalse
superior (Puentes Viejas) el volumen que otros años permitía reponer el gasto
de los embalses situados aguas abajo. De esta forma, en el año en curso, 1938,
estamos consumiendo en Madrid exclusivamente agua embalsada.
En consecuencia,
y fundándonos en las razones siguientes: 1ª,
inconveniencia y poca utilidad de un régimen de restricciones. 2ª, ventajas para el aspecto sanitario
del suministro. 3ª, inseguridad
acerca de cuando llegarán las primeras lluvias; nos permitimos proponer que
este asunto se someta al estudio del Estado Mayor Central, para que modifique
la medida relativa a la altura del agua en Puentes Viejas, permitiendo que
descienda paulatinamente el nivel de este embalse hasta que haya
precipitaciones, o fijando una nueva cota, algo inferior a la actual”.
Presa de Puentes Viejas durante la Guerra Civil (Foto: CECAF) |
En octubre de 1938, la Comandancia
General de Ingenieros (sería la del Ejército del Centro) dirige un comunicado
secreto a la Delegación del Gobierno de la República en los Canales del Lozoya.
“Desde el
comienzo de la guerra, y en previsión de un ataque enemigo sobre los embalses
del Lozoya, se pensó en tomar medidas que aseguraran el aprovisionamiento de
agua de Madrid, habiéndose dispuesto las siguientes precauciones:
Presa de Puentes Viejas.
Se ha instalado un dispositivo eléctrico de apertura de compuertas utilizable
ante la circunstancia de tener que abandonar esta presa sin estar llena la del
Villar. En este caso se vertería en esta última un gran volumen de agua, ya que
el enemigo no podría cortar el caudal durante un buen rato. Para poder hacer la
operación descrita se necesita operar desde la torre intermedia de la presa,
razón por la que se ha trasladado a la misma un motor de 4 HP, se ha dispuesto
la instalación del cable de baja y se ha colocado el interruptor
correspondiente en la caseta del transformador. Por el contrario, a día de hoy
todavía no se han tomado las precauciones necesarias para garantizar la
protección contra el fuego de la artillería del cable que activa a distancia
las compuertas de apertura, ya que este va tirado por una zanja de solo 30
centímetros de profundidad. El interruptor por contra sí ha quedado
perfectamente protegido por el blindaje de la caseta del transformador, pero lo
que carece de protección es la entrada de la línea eléctrica al transformador,
resultando ineficaces todas las medidas que se pudieran tomar para abrir las
compuertas si el enemigo, conociendo este punto débil, concentrara su fuego
artillero sobre dicho punto.
Presa del Villar. Las
compuertas están fijas y sin vástagos a excepción de la que alimenta el canal.
Los desagües han sido taponados por medio de muros de hormigón.
Canal Antiguo. En el caso
de que la presa del Villar vertiera por efecto de la maniobra de Puentes Viejas
(en este supuesto, por haberse perdido Puentes Viejas, se le habrían abierto
las compuertas eléctricas, llegando al Villar tal cantidad de agua que
rebosaría por encima del muro de la presa) se aprovecharía este caudal
reteniéndolo en las presas de la Parra y Pontón de la Oliva, para lo cual se ha
reparado el Canal Antiguo.
Enlace con Santillana. En
previsión del caso de ocupación por el enemigo de las cabeceras de Canales del
Lozoya, se han unido por medio de un canal descubierto, a la altura del
kilómetro 11 de la carretera de Fuencarral a Colmenar Viejo, las conducciones
de agua del Nuevo Canal (Canales del Lozoya) y el sifón de Santillana
(Hidráulica de Santillana). Para ello se realizaron en el sifón de Valdegodinos
(Colmenar Viejo) obras de ampliación,
consistentes en la instalación de una doble tubería de hierro fundido de 91,5
centímetros de diámetro y en la construcción de una caseta en la que debería
instalarse una bomba de impulsión que permita aumentar el caudal en el sifón de
toma del kilómetro 11. Como una parte de
estas precauciones están todavía sin llevarse a la práctica, ruego a V. E. que
si lo estima oportuno, ordene que todas estas medidas se pongan en vigor y me
informe de cualquier particularidad al respecto”.
Ernesto Viñas.
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